sábado, 11 de diciembre de 2004

¿Estudios científicos o paridas como catedrales?

Hace unos días pudimos leer una de las noticias más enloquecidas y extrañas de los últimos años. Venía a decir que el secreto de la ‘eterna juventud’ del héroe del cómic creado por el belga Georges Rémi ‘Hergé’, Tintín, se esconde, según Claude Cyr, profesor de medicina de la Universidad Sherbrooke de Québec, los innumerables golpes en la cabeza y pérdidas de conocimiento que el jovial (¿y tal vez gay?) personaje sufrió durante su interminable carrera como intrépido periodista a lo largo y ancho del mundo.
Según el profesor (vamos a imaginarlo con una bata blanca mugrienta, larga cabellera nacarada, gafas con varias dioptrías y enganchado al klosidol), durante los viajes de Tintín, éste sufrió en sus cómics medio centenar de pérdidas de conocimiento, un hecho que provocó en él una deficiencia hormonal y de la glándula pituitaria. No sólo sufrió la reducción de hormonas del crecimiento a causa de los prolongadas hostias en la mollera, sino también su apetito sexual fruto del retraso de la pubertad y, de ahí, que parezca un poco de la otra acera. Esto nos suena mal, pero al enterarme de que tales efectos tienen un nombre específico: hipogonadismo hipogonadrotópico (una dolencia de la glándula pituitaria también denominada síndrome de Kallmann) me ha parecido un auténtico delirio.
Al saberlo, aquejado de una nostalgia y un temor repentino por mi cada vez más cercano cumpleaños, en el que entraré en la tercera década de vida, y sin pensarlo dos veces, he corrido raudamente hacia una pared bien sólida intentando que el golpe fuera lo más eficaz y fuerte posible. En suelo, desconcertado, tras unos minutos similares a los que uno experimenta cuando bebe ingentemente alcohol, medio inconsciente, he intentado reincorporarme con un rúbeo goteo por mi rostro. Cuando me he mirado en el espejo y he observado que seguía igual, que no he rejuvenecido en absoluto, he decidido abandonar esta terapia de lesión pituitaria traumática para rejuvenecer. Tendré que aceptar que me hago mayor.
Ahora entiendo muy bien por qué, por ejemplo, Raúl González, el jugador del Real Madrid, como adalid de la mayoría de los jugadores, habla torpemente como un lego infantil que no ha utilizado en su vocabulario más de 100 palabras distintas o por qué todos los boxeadores parecen niños que aparecen en una película y no se enteran de nada.
A este paso, si siguieramos este Diario de la Asociación Médica Canadiense que ha hecho pública la noticia acabaríamos trastornados con graves problemas neurasténicos. Hace poco, esta prestigiosa revista publico una sesuda investigación sobre las perturbaciones mentales de los personajes del cuento infantil ‘Winnie the Pooh’; donde el tierno osito al que le gusta la miel se convierte en un puto hiperactivo, obsesivo, obeso, con síndrome de Tourette y ‘tics’ propios de un esquizofrénico, Eeyore está sumamente deprimido a consecuencia de su traumática amputación de su cola y Christopher Robin padece una incurable crisis de identidad sexual porque está desatendido y pasa tanto tiempo hablando con animales. No quiero imaginarme qué dirían de Heidi, Marco o, lo que es peor, Espinete.
Si hiciéramos caso a este tipo de investigaciones, todos acabaríamos convertidos en consumidores compulsivos de Ritalin, Prozac, Paroxetine… acabando enganchado a la heroína y encerrado en un psiquiátrico con una camisa de fuerza en una habitación acolchada.

Una inédita Marilyn entre ancianos degenerados

Una serie de fotografías de Marilyn Monroe sacadas hace 50 años durante una pausa del rodaje del filme 'The Seven Year Itch' y nunca antes publicadas, aparecieron entre los objetos de un fotógrafo internado en un asilo de ancianos. Se cuenta que un fotógrafo llamado Joe Coudert se las hizo hace muchos años. 72 imágenes que Coudert, especialista en fotografías deportivas, tomó en Nueva York durante el rodaje de la cinta de Billy Wilder.
Cuentan que los negativos fueron encontrados por su la hija de Coudert, Sharon, en un viejo sobre, durante el traslado de su padre -que actualmente tiene 81 años y está muy débil- a un asilo de ancianos en Austin, Texas. Pero también es cierto que estos hechos no se han producido de esta manera. La cruda realidad es bien distinta, ya que en el asilo sabían perfectamente de la existencia de las fotos. Durante muchos años, estos viciosos abuelitos utilizaron este material de la antológica actriz para su apego onanista geriátrico, para chanchullos chantajísticos, para recordar viejos y prósperos años de juventud y, sobre todo, para traficar dentro del recinto con tabaco, puros, viagra y demás productos prohibidos por Edna, la rechoncha enfermera de mal carácrter a la que todos temen.
El vicio corroe hasta los más encantadores viejecillos. O eso creo, porque la verdadera historia de este importante descubrimiento se encuentra en esta página.
En cualquier caso, hay que destacar que Marilyn, sea como fuere, sigue despertando en todas las generaciones una atracción magnética e hipnótica y el hallazgo nos hace recordar que ninguna mujer ha sido como ella. Norma Jean siempre estará en nuestras vidas, de un modo u otro.

Alvariño's Power: premio a la mejor dirección artística en Sitges 2004

Qué sorpresa y alegría me he llevado esta mañana cuando al coger ese aparato del Demonio que es el teléfono móvil y mirar varios sms (Short Message Service) felicitándome por el triunfo de ayer, he podido observar con asombro y alegría, que Mikel Alvariño me había hecho llegar una noticia que me ha llenado de júbilo: su hermano, el gran Javi Alvariño, uno de los pocos genios reales que conozco, se ha llevado el premio en el Festival de Sitges 2004 a la mejor dirección artística (junto a su inseparable alma gemela creativa Daniel Izar) por su impresionante trabajo en 'The Birthday', de Eugenio Mira, una película que ha suscitado una división de opiniones como nunca antes se había visto en el certamen catalán.
Javi, además de un tipo sencillo y humilde, es un portento del arte, un hombre de ilimitada omnipotencia y genialidad que concibe sus ideas como obras magnas. Un hombre que, sin duda alguna, logrará grandes gestas en el mundo del cine.
Felicidades Javi, de todo corazón.

viernes, 10 de diciembre de 2004

Éxito rotundo en el estreno salmantino de EL LÍMITE

Un éxito rotundo.
Así se podría definir el primer estreno oficial de ‘El límite’ en Salamanca. Alrededor de 175 personas, todas invitadas por un servidor que ha demostrado un importante y reconocido poder de convocatoria, asistieron risueños y expectantes a la proyección de este cortometraje que necesitaba del público charro para ir aumentando su vida pública (aunque esta semana me tengo que volver a poner manos a la obra y volver a reactivar el movimiento del corto por festivales).
Más tranquilo (y gordo) que nunca, con la sensación de que todo estaba saliendo a la perfección, la ilusión afloró en mi persona porque la reacción de la gente fue impresionante. La aceptación por parte de todos y cada uno de los presentes en el auditorio de la Filmoteca de Castilla y León demostró que, más allá del colegueo y el halago, un trabajo arriesgado como ‘El límite’ también puede ofrecer la complacencia de un público que en la noche de ayer se entregó a nuestros designios creativos. Lo más bonito de todo fue evidenciar la gloria del momento, la admiración popular, en los muchos y largos aplausos que dedicaron al trabajo que nos hizo sentir (hablo en mayestático debido al trabajo colectivo) protagonistas por un día, una noche especial en la que, a pesar de que faltaron los chicos y chicas del equipo técnico que están en Madrid –incluido Raúl Prieto, representado por sus padres-, ‘El límite’ vio la luz en los ojos de unos espectadores ávidos de emociones audiovisuales disímiles y heterogéneas, un público conocido que apoyó el corto, se fascinó por la espléndida factura de nuestro proyecto y con el que me sentí cómplice de una tarde inolvidable.
Después de presentar el cortometraje y, pese a unos problemas iniciales que me hicieron temer lo peor, os juro que me sentí como si un elfo navideño me estirara un testículo hasta arrancármelo, el teaser, el trailer, el cortometraje (insisto, grandes aplausos y ovaciones –bueno, lo de las ovaciones igual no fue real, pero yo las escuché en mi cabeza-) y el magnífico ‘Making of’ de Álex Zúñiga resultaron un total y absoluto triunfo colectivo. Tras la proyección, Refo (es decir, yo) y Ángel González Quesada departimos con el personal charlando y contando anécdotas, historias y curiosidades de la pesadilla que ha sido llegar hasta este momento de ‘premiere’, lujo y oropel. Mis ‘gags’ improvisados también dejaron un sano ambiente de diversión y esparcimiento que llenaron, durante una hora, la sala de proyección de un entorno tan destacado como una Filmoteca que se ha portado muy bien conmigo. Así que, desde aquí, me gustaría mandarle un fuerte abrazo y mi gratitud eterna a Juan Antonio Pérez-Millán, todo un encanto de persona.
Por la noche, después de una enloquecida y estresante rueda de saludos al más puro estilo ‘jerk style’, agradecimientos, comentarios, reencuentros, chismorreos sobre mi prominente barriga, miradas perdidas de admiración al gran maestro Quesada y un par de cañas, una cena en el Gema (el Steine estaba cerrado) consistente en un enorme bocata de panceta y una ración enorme de patatas a 1 €, comenzó la bacanal de alcohol, mezcla absurda de champán y cerveza, en el Paniagua, con los chicos de la Fistfuck Supershow y muchos amigos, familiares y conocidos (y desconocidos que se apuntaron a beber de forma gratuita) brindando por una cantidad indecible de gilipolleces, terminamos no sé muy bien dónde ni con quién sin dar abasto de una eufórica sensación de reconfortante felicidad .
Un día mítico del que os dejo aquí algunas instantáneas de una jornada que nunca olvidaré.

Han asesinado a Darrell Abbott

Me he quedado impactado con el asesinato de Darrell Abbott, el ex guitarrista de mi grupo predilecto, Pantera.
En el suceso ocurrió este miércoles, cuando un fulano con capucha se encaramó al escenario y disparó varias veces al guitarrista de la banda Damageplan y a otras tres personas. Un policía que llegó poco después mató al agresor.
Murieron el guitarrista, "Dimebag" Darrell Abbott y dos hombres más: Nathan Bray y Erin Halk, dijo la portavoz policial Sherry Mercurio. El incidente ocurrió cuando apenas comenzaba a tocar el grupo de rock en el club nocturno Alrosa Villa. El atacante arremetió primero contra Abbott, con varios disparos a quemarropa y, con el objetivo logrado, procedió a atacar al público, llegando a disparar contra él.
Abbott, de 38 años, ha sido de los guitarristas más reconocidos del género de 'hard rock'. Fue junto con su hermano Vinnie Paul Abbott (batería también de los 'Damageplan') miembros de Pantera, uno de los grupos más importantes del historia de la música, de las mejores canciones que hicieron descargar la adrenalina de varias genreaciones y un ejemplo fundamental para el 'trash metal'. Pantera ganó varios premios Grammy y que fue la pionera de un movimiento tan estruendoso como acojonante. En mi memoria Abbott siempre estará con un guitarra junto a Phil Anselmo, Rex Brown y hermano Vinnie Paul Abbott.
D.E.P

jueves, 9 de diciembre de 2004

Hoy es el GRAN DÍA

Bien, pues ha llegado el momento, amigos y amigas.
Esta tarde se proyectará, por primera vez, 'El Límite' en Salamanca. No hay nervios, ni preocupación. Tan sólo un pequeño resquicio de expectación. En menos de dos horas amigos, familiares, conocidos, chicas guapas traídas por amigos y algún que otro extraño que se cuele con intrusa curiosidad tendrá el placer de asistir a la presentación charra de nuestro cortometraje más serio y acabado hasta el momento. Ese trabajo que tanto nos ha costado sacar adelante y que, por fin, compartiremos.
Me entristece un poco el hecho de que se haya proyectado en Valladolid, en Murcia, en Los Ángeles y en Sitges antes que aquí, en mi ciudad. Pero la satisfacción de tener a todos (o casi todos –porque en realidad el 90% del equipo técnico no estará esta tarde-) compartiendo este momento me hace, por lo menos, estar contento.
¡Ah! Y por supuesto, esta noche será una de las antológicas fiestas de dipsomanía desatada. Es decir, que nos vamos a coger una cogorza de las que no se olvidan.
Mañana, desde la resaca más abisal, os contaré qué tal fue todo.

Poesía cinematográfica (8:2)

2."Y si no lo quisieres dejar ir, he aquí yo castigaré con ranas todos tus territorios..."
Ante el aluvión de aburrimiento que circula por la televisión, la apatía que provoca el desazón de encender la 'caja tonta' para comprobar su nociva bagatela, he visto de nuevo un clásico del cine moderno como 'Magnolia', de Paul Thomas Anderson.
Como fauna desarraigada en busca de una felicidad que les da la espalda. Así son los personajes que Paul T. Anderson creó para una de las películas corales más impagables y hermosas del cine contemporáneo. Anderson, se consolidó con ‘Magnolia’ como uno de los cineastas más importantes del nuevo cine yanqui, explorando minuciosamente unos seres necesitados de afecto, de comprensión, con dudas respecto a unas vidas que rodean una existencia más o menos optimista, pero en el fondo colmadas de una tribulación originaria de problemas ordinarios, translúcidos y contiguos a los de cualquier persona a la que le asalten las dudas más vitales del pensamiento humano (el amor como piedra angular).
Todo el repertorio de magistrales roles que componen ‘Magnolia’ no encuentran una vía de escape que les haga aceptar unos sentimientos confinados en la soledad, en la incomprensión y en la mala suerte. Las nueve historias que Anderson entrevera de forma magistral devienen de una dirección decididamente ‘scorsesiana’ por definición para hablar del azar, de la contrición sentimental, de la necesidad de afecto y de una catarsis que encuentran todos los maravillosos personajes de esta película, en la verdad, en la revelación de aquello que nos hace ser infelices y nos persigue: “uno puede acabar con su pasado, pero el pasado nunca acabará contigo” se repite en tres ocasiones. Anderson explora los sentimientos de sus criaturas acercándose a ellos, mostrando al espectador el porqué de la tristeza: la incomprensión (William H. Macy, Jeremy Blackham), del rencor (Melora Walters, Tom Cruise) la falta de amor (John C. Reilly), la decrepitud paralela e insalvable (Baker Hall, Jason Robards) o de las dudas existenciales (Julianne Moore).
Cada personaje (magistrales todas las composiciones interpretativas) invoca a su sentido común para, en un final apoteósico y metafórico (imposible desvelar el contenido bíblico de éste) encontrar un recoveco para la esperanza, para pretender conseguir lo imposible, esperando un día en el que suceda lo que al final sucede sobre San Fernando Village. De ahí el mágico instante final, compuesto por una hermosa y fugaz sonrisa del personaje más castigado por la vida de cuantos aparecen en esta enorme obra. Del encuentro entre el hijo prepotente y el padre agonizante, de la (des)unión materno-filial, de la aceptación de los errores, del sentido del paso del tiempo... ‘Magnolia’ es pues, poesía cinematográfica, una bella fábula que expone vidas cruzadas entre personas que se necesitan, se odían, se mueren y viven con la necesidad de amar.
Paul T. Anderson elevó una dirección de actores y de cámara a cotas insospechadas para un cineasta entonces tan precoz, en la senda de la celebridad, demostrando (como en sus dos anteriores obras maestras) que la vida es como una purga incidental de aquello por lo que nos preguntamos, que añoramos y tememos, que acabamos dejando a una providencia que responde siempre a un destino marcado por los hechos. Una memorable cinta que eleva su condición de película hermosa con su intención... cristalina, pura, plausible...

Y para el verano que viene...

miércoles, 8 de diciembre de 2004

El crítico cinismo inglés (Satanic Christmas)

Era lo que me faltaba por ver.
Me levanto esta mañana, me preparo un desayuno rico en calorías (huevos, bacon, tortitas y zumo y un donut con un vaso de leche) y cuando miro la última de un periódico local que, curiosamente, no es en el que trabajo, porque ni siquiera tienen la deferencia de entregarme diariamente un ejemplar del diario, leo una de las noticias más absurdas del año.
En el museo de figuras de cera londinense de Madame Tussaud (donde las figuras se parecen asombrosamente a sus análogos), han montado el Belén más esperpéntico de la historia de la Navidad. La polémica se ha destapado debido al Nacimiento de un niño Jesús que tiene como progenitores a David Beckham y su esposa, la ex Spice Girl Pija de la Muerte, Victoria Adams. Pero es sólo la punta del iceberg, ya que como Ángel anunciador han situado a la cantante pop australiana Kylie Minogue, los pastores son la estrella de Hollywood Samuel L. Jackson, el actor británico Hugh Grant y el comediante irlandés Graham Norton. Lo mejor del carnaval navideño son Tony Blair, George W. Bush y el Duque de Edimburgo apareciendo como los Reyes Magos. Un error garrafal que se les haya olvidado a José María Aznar (aunque hubiera sido como Paje Faldero de Bush).
¿Es esto un pesebre normal? Evidentemente, no.
¿Lo hacen por polemizar? Por supuesto, pero también con cierta intención crítica.
Viendo semejante adefesio, en un cruce entre ‘La semilla del diablo’ y ‘El día de la bestia’, uno casi no tiene que imaginar que este Portal de Belén tiene un signifcado con tales personajes: El nacimiento del Anticristo.
El sentido crítico de los británicos no es tan polémico contra Iglesia como una crítica dedicada a la frivolidad del mundo británico y, por extensión, al resto del mundo. La verdad es que puede parecer una gilipollez, pero no es así, porque si la estupidez domina sobre la racionalidad, entre otras cosas, porque la estupidez carece de sentido crítico, esta puesta en escena no lo es, ya que es más crítica de lo que pocas veces se le va a ocurrir a los ingleses.

martes, 7 de diciembre de 2004

Review THE INCREDIBLES

Un prodigio digital y narrativo
Brad Bird consigue para la Pixar su mejor filme hasta el momento basando su potencial en una perfección técnica absoluta y en el épico homenaje al cómic de los 50.
Con cinco largometrajes (las dos ‘Toy Story’, ‘Bichos’, ‘Monstruos S. A.’ y ‘Buscando a Nemo’) John Lasseter ha podido erigir una productora capaz de volar sin una Disney que ha vivido estos años como sanguijuela de Pixar, quedando como una incógnita el futuro de la casa del tío Walt. ‘Los Increíbles’ y la próxima ‘Cars’, son las dos últimas producciones compartidas por ambas compañías. Todo es debido a la supremacía que Pixar ejerce en el mundo de una animación que aboga por la tridimensionalidad de lo digital que ha impugnado, como marcan lo tiempos, a la animación clásica del 2-D. Pero no sólo los avances técnicos de un género revolucionado con la progresiva tecnología digital es el centro del éxito de una productora de éxito como la Pixar. Al igual que la que fue ambición del genial marionetista Jim Henson (el creador de ‘Los teleñecos’), John Lasseter ha creado a su alrededor un estilo de cine y de animación familiar que, sin perder una soterrado mensaje de sutil moralina, sin aditivos ni falsas coartadas, es capaz de contentar y conmover, al mismo tiempo, a adultos y pequeños. Y es ahí donde reside el potencial comercial de esta fábrica de sueños.
Para su nueva y esperada película, Pixar se ha dejado contagiar por la fiebre de superhéroes que arrasa Hollywood. Pero como no podía ser de otro modo, no ha fusilado ningún cómic, sino que ha tratado de llevar el género a su terreno, donde buena parte de su eficacia reside en su propio carácter desmitificador, especialidad en la cual no se concibe el espectáculo sin dotarlo de un admirable estilo y exquisitez técnica. Sin perder ni una brizna de su esperado humor e imaginación, ‘Los increíbles’ vuelve a ser una demostración de preponderancia, continuación progresiva de la evolución de la animación por ordenador. ‘Los Increíbles’ cuenta las aventuras de Bob Parr (Mr. Increíble) y Helen Parr (Elastic Girl), otrora superhéroes que tuvieron que dejar de ejercer de salvadores del mundo para adoptar identidades civiles y llevar una vida normal, rutinaria y familiar, con tres maravillosos hijos (Violet, Dash y Jack-Jack). Cuando Parr recibe un misterioso comunicado al que acude llevado por su vocación heroica, introduce sin querer a sus familia en una nueva aventura dentro de una isla perdida para cumplir con la misión que tanto echaban de menos: salvar al mundo de un perverso villano.
Brad Bird, responsable del clásico maldito de la animación ‘El Gigante de Hierro’ (y de varios episodios de ‘Los Simpsons’) ha tenido libertad total para llevar a cabo esta prodigiosa cinta de animación. Desde su fantástico prólogo de clarividente presentación de los personajes, donde los héroes son retirados por el Gobierno de su actividad debido a las crecientes demandas de daños materiales y psíquicos que causan sus acciones heroicas, Bird no intenta reproducir o clonar actores de carne y hueso, sino que cuida con detallismo cada aspecto de la animación caricaturizada en los cuerpos y personalidades, dotándolas de credibilidad y de una vena clásica, convirtiéndolos así con sus acciones y diálogos en personajes que trascienden su prosapia arquetípica gracias a sutiles matices que los hacen profundamente humanos. Como si una ‘krytonita’ particular de Parr fuera dada por la propia sociedad en forma de vida aburrida, que le ha castigado por hacer el bien (que cada uno saque su subversiva conclusión social), se presentan personajes obligados a vivir dentro de los estrechos límites del ‘american way of life’, unos márgenes en los que, más allá de su condición de superhéroes caídos en desgracia, tienen que enfrentarse a problemas perfectamente reconocibles por todo tipo de públicos. Una lúcida y mordaz llamada contra la mediocridad de la vida en los suburbios rutinarios, no exenta de cinismo, donde subyace la lectura humanista de la película.
Como en casi todos los cómics y exploración reconocida en películas como ‘Spiderman’, recientemente en ‘Hellboy’ y en la saga de ‘X-Men’, ‘Los increíbles’ también invoca a una reflexión sobre la anormalidad, la heterogeneidad a la conlleva ser un héroe y el rechazo que casi siempre la sociedad tiene ante esto. En todos los casos, esa diferencia debe ocultarse, ya que indefectiblemente no son bien vistos por una sociedad que desprecia a los héroes, obligándolos a una vida de cotidianidad mediocre. En el mejor cómic de todos los tiempos, ‘Watchmen’, de Alan Moore, se situaba ‘Under the hood’, pequeña historia donde Hollis Mason es un antiguo superhéroe que en su retiro monta un taller de reparación de vehículos. Algo reconocible en ‘Los increibles’, que supone la primera película de Pixar que arriesga con sutilidad e ingenio en un cine mucho más adulto, en un cine donde los protagonistas adquieren una perfección absoluta, no sólo a nivel técnico (extraordinaria, teniendo en cuenta sus atributos no demasiado naturalistas de la realidad) sino a nivel narrativo.
Y es que, imperan el pasado, sus problemas presentes, sus sentimientos de frustración, de pesar por una vida gris. Algo que permite al espectador entender en todo momento el modo en que se enfrentan a sus problemas y responden ante ellos. Bird ha creado una joya de la progresión, donde el ritmo endiablado de la aventura deja espacios para la reflexión y el humor, para dejar su tono y estilo exacto, confeccionando una historia de rigurosa exactitud, donde la fuerza de sus diálogos y de la trama imponen la entrega total del director y su equipo de animadores a una historia que atrapa desde el primer momento y no suelta a un público rendido a las vicisitudes de lo que quiso ser ‘Spy Kids’, de Robert Rodriguez y no pudo, pero que Bird logra con creces en una línea narrativa colosal e hiperbólica.
El ingenio se hace patente en la sutilidad con la que se expone la metaforización de los superpoderes llevados a la normalidad, representados en la ruda tosquedad de un padre con buen fondo, en una madre inteligente y flexible con los problemas de casa, en la timidez enfermiza de su hija mayor, la hiperactividad de un travieso hijo pequeño y la incógnita de un bebé de pocos meses. O en esa presentación totalmente culminante del malvado de la función que quiere convertirse en un superhéroe admirado por el público, acomplejado por el rechazo que sufrió por Mr. Increíble en su niñez, en la divertida sumisión a la que está sujeto Frozone (el inseparable amigo de aventuras) por su mujer en una secuencia maravillosa en la que el superhéroe negro no encuentra su traje tras muchos años y Edna, émulo del ‘Q’ de Ian Fleming, en un ‘gag’ sobre las capas que evocan el infortunio de Isadora Duncan y su bufanda.
Todo ello con ese citado sedimento de madurez en sus conceptos al introducir elementos de riesgo como antes no había probado Pixar; el sometimiento al que conlleva la pérdida de libertad, la posibilidad de la infidelidad que la esposa que llega a intuir que su marido la pueda estar engañando con otra, pero por encima de todo, del uso de la violencia, de la tortura, de la maldad sin concesión a la burla, de malvados esbirros sin nombre ni rostros que mueren en explosiones, sin que a nadie parezca importarle mucho, logrando asimismo un pretendido afecto y admiración con que se trata a la familia, concebida como algo indestructible, con un mensaje explícito: el ‘dumasiano’ “uno para todos y todos para uno”, sin perder su humor cómplice, familiar, pero en ningún caso ingenuo.
‘Los increíbles’ es, además, una suntuosa obra de arte y artesanía, una fiesta de cine de animación clásico, donde Bird demuestra su devoción por el clasicismo de los años 50 y la estética retrofuturista (que evoca al Metropolis de ‘Superman’), apostando en todo momento con un toque ‘pulp’ sesentero, donde no falta en ‘pop art’ estético y el ‘High Tech’ que hace recordar a Steranko y su ‘Nick Fuira’ con la utilización de alta tecnología y ‘gadgets’, lugar común para enfurecidos robots asesinos y aparatos con las más insospechadas utilidades. Componentes que se subrayan en un sincero homenaje a la serie de ‘James Bond’ (aunque también de ‘Flint’ o ‘Matt Helm’) más tradicional, de sus aventuras circunscritas a parajes que van desde el refugio volcánico del malo, los centros de operaciones, salones y salas metalizadas de torturas, los corredores con naves deslizantes o la selva exótica y tropical. Ambiente en el que no podía faltar una banda sonora compuesta por Michael Giacchino y Tim Simonec en claro homenaje a aquellas composiciones que hicieron célebres Henry Mancini y John Barry.
Pero si por algo destaca ‘Los Increíbles’, además de esa capacidad de contar su historia, es por la revolucionaria perfección de sus imágenes, por el inigualable modelado de los personajes, por un diseño de producción con una calidad de la imagen sintética totalmente ilusoria que ha desplegado la desbordante creatividad de los integrantes del equipo capitaneado por Brad Bird. En este sentido, asistimos a un completo catálogo de las técnicas de animación más recientes y complejas, creando para la ocasión nuevos programas elaborados exclusivamente para ‘Los increíbles’; como el ‘Goo’, el ‘Atmos’, el ‘Subsurface scattering’, que permiten apreciar con mayor definición y realismo los músculos faciales y corporales, la piel y sus texturas y, principalmente, los efectos de un filme de aventuras introduciendo realistas explosiones, fuego, secuencias marinas o subacuáticas. Una joya de imágenes, una de las experiencias audiovisuales más perfeccionistas que se recuerden en los fastos de la animación.
Dentro de este delirio tecnológico y digital, el evidente gusto por lo clásico, la épica del cómic y las miserias cotidianas de la vida en familia, ‘Los Increíbles’ es, posiblemente, el mejor filme animados de los últimos tiempos, debido a que, como en todo lo que hace Pixar, sabe mostrar la realidad jugando al mismo tiempo con la animación y la aventura, sin perder un ápice en su ponderación satírica, por muy fantástica que sea la trama. Esta es la primera vez que la Pixar sólo usa personajes humanos en una historia y también es la más larga realizada por ordenador, y eso no resta para expresar, abiertamente, que estamos una de las grandes obras del cine de entretenimiento del cine actual.
Miguel Á. Refoyo © 2004