jueves, 25 de noviembre de 2004

¿Quieres ser Lee Harvey Oswald?

¿Que quieres meterle un tiro a John F. Kennedy entre ceja y ceja y salpicarle el traje púrpura a Jackie?
¡Pues no hay más que hablar!
Ya está aquí 'JFK Reloaded', el juego que ha molestado (y de qué manera) a la familia Kennedy. La verdad es que es de bastante mal gusto.
Tienes a tu disposicón todo, el mismo rifle, la misma mira teléscopica y la misma Dealey Plaza donde murió asesinado el Presidente más carismático que ha tenido USA. Puedes disparar desde el mismo ángulo en el que nos hacen creen que llegaron los tres tiros que acabaron con la vida del presidente.
Lo divertido (o triste) de todo es que la compañía escocesa Traffic Games, creadora del juego, se defiende alegando que permitirá estimular el interés de los más jóvenes por la historia. Tócate los cojones... Y se quedan tan tranquilos.
La cosa está en preguntarse qué pasaría si se creara un juego sobre lo que llevó a que Kennedy muriera. Es decir, investigar su política, sin obviar la crisis "de los misiles" con la Unión Soviética ni la lucha por los derechos civiles. También podrían introcudir en él qué pasó con el féretro de John Kennedy desde Dallas hasta el Hospital Naval de Bethesda. O si Marilyn fue asesinada porque sabía demasiado. O que desvelaramos que Oswald no era comunista ni nada, si no un pobre hombre que le sirvió de cabeza de turco a los intereses de la política exterior de un gabinete que se manchó de sangre con la muerte de su máximo mandatario.
Ya estoy viendo el prólogo de un juego de arcade sin precedentes...
P: "¿Cual es la teoría más descabellada que usted ha escuchado sobre el asesinato de Kennedy?"
R: "La defendida por la Comisión Warren".
P: "¡Le estoy preguntando en serio!".
R: "Si, y yo le estoy respondiendo en serio".
(Conversación entre el reportero del Fort-Worth Star-Telegram Barry Schlacter y el investigador Ian Griggs).
¿Fue realmente la CIA la que encubrió el magnicidio?
Aquí os dejo unas cuantas teorías.

Un nuevo proyecto, una nueva ilusión

Bueno, pues sin estrenar aún 'El Límite' en mi ciudad, habiendo sido seleccionados en los mejores festivales de vídeo del país, orgullosos por nuestra presencia en Hollywood y, por lo menos en mi persona, contento porque, aunque aún no hayamos ganado ningún premio (ni falta que nos hace), nuestro trabajo está gustando a la gente, ha llegado el momento de pensar qué coño hacemos ahora.
Mi ilusión, mi reto, mi próximo trabajo tiene que rodarse en cine, en 35 mm., escuchando el celuloide dentro de la cámara rodando como la sangre que fluye en mis venas desde que nací, una sangre empapada de Séptimo Arte. Un corto llamado 'The Encounter', es mi gran objetivo entusiasta, como uno de tantos que todos tenemos. Bien, es un cortometraje bastante caro, pero con la ilusión que tenemos todos encima y los contactos que hemos hecho, seguro que lo sacamos adelante. 'The Encounter' es un ambicioso proyecto que tengo escrito desde hace varios años y que, según tengo previsto, se rodaría en inglés. La idea es recrear la estética de los cómics de Frank Miller en ‘Sin City’ con ese poso lóbrego de David Lynch. Una historia que mezcla el drama romántico con una oscura historia de terror. Sé que es muy difícil y muy caro, pero es el cortometraje que siempre he querido hacer. Es un compendio de referencias literarias como Lovecraft, Poe, Waalpole, Polidori, Stoker, Bulwer Lytton y, sobre todo, Ray Bradbury. Muy pronto, como ya mismo, podría empezar Myrian a currar duramente en el laborioso 'story board'.
Pero hasta entonces, ya he empezado a trabajar en mi próximo y baratísimo proyecto en Vídeo Digital, 'La sombra en el espejo', un cortometraje de muy poca duración que sirve de prólogo al largometraje que estoy escribiendo en estos momentos, una cinta de acción centrada en un futuro muy cercano y que está a medio camino entre el 'thriller' y el 'cyberpunk'. Ya estuve hablando durante varias horas con la pequeña gran Lauire Baker sobre los efectos especiales que vamos a utilizar y todo pinta como un trabajo que soprenderá. También he empezado a sondear cómo está el panorama para conseguir una gran música 'techno'.
Es un guión de dos páginas que comienza así...
La pantalla está fundida en negro.
OFF
Olvidaos de todo lo que os han contado hasta este momento.
El origen... El fin... Todo. Hemos creado un mundo artificial de engaño y apariencia.
Como nuestro propio destino.
Y no, no se parece a 'Matrix'.
Dicho esto... Haussmann Films & El pentáculo Producciones ya tienen nuevo proyecto.
Por cierto, que esta semana también empezamos (con Alexander Zuñiga) a componer el 'making of' y la estructura que tendrá el DVD de 'El Límite', un disco cargado con muchos extras de lo que ha sido una auténtica pesadilla más que un cortometraje.

Especial Navidad de SMP (VII)

Bueno, amigos. Pues supongo que os habréis dado cuenta, la Navidad ya está aquí. Sí, ya sé que no sois imbéciles, pero es que cada año llegan antes. Pronto, en un futuro no muy lejano, llegaremos de disfrutar las vacaciones de verano pensando en que hay que preparar el árbol, los regalos y, sobre todo, empezar a hacer acopio de turrones, langostinos, cordero y guirnaldas navideñas. Todo esto, en bermudas, morenitos de playa y con sofocones.
En fin, que uno sabe que se ha abierto la veda navideña, además de que uno puedo ver la decoración de Cortilandia y todas las lucecitas que el Ayuntamiento se gasta en las diversas calles de sus ciudades, cuando uno enciende la televisión y empiezan a proliferar anuncios de colonias, de relojes, de juguetes, de turrones, como un virus contagioso. Pero sobre todo, con la emisión de dos ‘spots’ privativos de estas fechas que se nos vienen encima. Me refiero al de la Lotería de Navidady al de Freixenet. Existen muchos más que aúnan en su objetivo un espíritu comercial… qué diga… Navideño, pero tal vez sean estos dos, por su coste de producción, los que más se esperan (no sé por quién) cuando comienza este periodo de luz, color y Santa Claus que, a este paso, ya ha fusilado la aceptación que tenían los Reyes Magos hace décadas.
Lo curioso de todo es que ambos anuncios no cambian; año tras año son el mismo, sólo que realizados con más medios y dinero. Veamos ¿Cuánto hace que no componen una música distinta para el de la lotería? ¿Y el actor italiano calvo (que, por cierto, sirvió de patrón para crear un personaje en nuestro guión de terror ‘La Puerta’, escrito por José Mª Guevara y un servidor)? ¿Y el concepto? ¿Y la forma de dirigir? ¡Coño! ¿Qué está pasando? ¿Firmaron hace años un contrato vitalicio sus creadores, el músico y el actor?
Este año han intentado darle un poco de dinamismo introduciendo color y el resultado es francamente inferior. Algunos me dirán que en la tradición, en el arcaísmo, está su éxito. Pero, sinceramente, creo que es erróneo. Antes que el Calvo de la Suerte fuera soplando estrellitas por ahí, emitieron aquel del vendedor infantil de periódicos que anunciaba la Paz Mundial después de que en la rotativa brindaran por ello. Utópico y colmado de esperanza. Mucho más bonito que los siguientes, no jodáis.
Y el fundamental: El anuncio de Freixenet. Hay que subrayar la estupidez campante que se apoderado de la idea de los creativos por vendernos, a su juicio, un champán (podría hacerme el fino y escribir champagne) de calidad. Pero analicemos el ‘spot’ de este año: Pierce Brosnan entrado en kilos (bueno, qué coño, más gordo que una morsa –menudas lorzas ¡oiga!-), se prepara en una entradilla musical a lo James Bond. Anda torpemente con dos botellas de ‘Freakxenet’ en la mano. En un momento de descuido se le caen al suelo desglosándose en mil pedazos y dejando ver su ‘oro líquido’. Bien, podemos pensar que está ya mamado y que por eso sus reflejos son tan nulos. A continuación observamos que se acerca a una sofisticada vitrina con cientos de botellas de cava, como un preciado tesoro, pero no puede abrirla para alcanzar alguna de ellas. Tal vez, porque con la merluza que lleva encima no acierta a saber dónde está el asidero para abrir el modernista frigorífico de cristal.
Cuando llama a la puerta una pretendidamente espectacular Nieves Álvarez con un cardado horterísimo que ni en ‘Grease’, Brosnan llega intentando ponerse la americana del esmoquin. Ante esto, podemos pensar perfectamente que ella es una señorita de compañía. Pero no, porque cuando ‘Fat Brosnan’ abre, distingue, anonadado, que la joven lleva una botella de su champán favorito. Es entonces cuando el ridículo entra en acción; hay un juego de planos en los que no saben muy bien cómo actuar, porque él, con su embriaguez alcohólica está a punto de volver a tirar la botella al suelo. Tras esta evidencia, no se ponen de acuerdo cómo ni dónde tienen que mirar para brindar una absurda lección al espectador de cómo cambiar foco en un plano. Totalmente lamentable. Desde que Liza Minelli sorbiera la copa hace ya casi 30 años (luego se aficionó a sorber miles de copas más), la empresa catalana ha ido contratando a personajes que, en mayor o menor medida, han ido cayendo en el más insultante declive o, simplemente, en el olvido.
Así sólo es posible que a ellos se les ocurra presentar a dos estrellas en decadencia de la época dorada de Hollywood (Ann Margret y Cheryl Ladd) y a una vedette, algo puta y buscota, militante del PP como Norma Duval en un mismo anuncio o pensar que una pareja de moda pueda ser Jacqueline Bisset y el malo alemán de ‘Jungla de Cristal’ Alexander Gudonov. Tener la mala hostia de contratar a Don Johnson en el 91, para el siguiente año contar con Antonio Banderas para regodeo del divorcio del actor que dio vida a Sonny Crokett. También hemos visto homenajear el Oscar de Trueba con el reparto de ‘Belle Epoque’ (para mí, el mejor de todos), darle una pasta gansa para la cirugía estética de la decadente Meg Ryan o hemos podido sufrir a Papa Quinn y a su hijo pescar tres putones verbeneros como Mar Flores, Sofía Mazagatos y Juncal Rivero. Por no hablar de la desconocida Lorin Maazel y tres estrellitas autoproclamadas ‘actrices de moda’ del cine español como Pe, López de Ayala (espectacular carrerón después de su Goya) o la insoportable Paz Vega. Me pregunto si Inés Sastre brindará este año por el fallecido Christopher Reeve mientras se arrima al ricachón de turno como gran Súcubo que es.
Los anuncios de Freixenet no cambian. Siguen estáticos, perennes, aburridos, como el de Suchard o el de El Almendro que, al fin y al cabo, sigue siendo uno de los favoritos de la audiencia. O ya, ni siquiera rodar nada nuevo, si no que se recurre a un mítico anuncio que se mantiene imperturbable a lo largo del tiempo como el de la siliconada Estella Warren del anuncio de Chanel Nº 5 de Pitof o la más natural del antiguo, que dirigió Luc Besson.
Al final, echaremos de menos al hijoputa repelente de Edu y su ‘Feliz Navidad’ de Telefónica, a Paz Padilla haciendo el subnormal (de monja o de embarazada) en sus paupérrimos anuncios de turrones ‘La casa’, a las muñecas de Famosa que se dirigen al portal o cualquier otro que se os ocurra en este momento prenavideño.
Habrá tiempo de dedicarle varios espacios críticos y cínicos a la Navidad en este Abismo; la lotería, los regalos, la Nochebuena, un recorrido navideño por las películas dedicadas a estas fechas, la Nochevieja y el inevitable torzón que voy a cogerme, los deseos para 2005, y, por supuesto, lo mejor y peor de este año que está a punto de agonizar, claro está.
Si por algo merece la pena la Navidad es por el juego que da.
Seguiremos informando.

miércoles, 24 de noviembre de 2004

Dylan Thomas, un caprichoso usador de palabras

En Laugharne, cerca de una casa levantada a orillas de un estuario en el corazón de Gales, el poeta pasó horas viendo las crecidas invernales del río Towy. Vio muchas veces cómo se anegó el jardín, jugando a encadenar patronímicos o tal vez sólo nombres que versificaran cada una de las colinas que se veían al este, en la ribera opuesta del río.
Un mal día, por aquellos parajes, no hubo presencia humana, nadie que observara el paraíso. La habitación donde el hombre de rizos rojos desplegó su talento, se llenó de polvo y silencio. Una botella de whisky medio vacía sepultaba su triste pesar sumida en el afonía de una boca que jamás volvería a beber de ella.
Lejos de allí, Stravinski se quedó sin sus palabras del borracho irredento y Swansea lloró su muerte. Años después, un cantante tomó su apellido para pasar a ser hu heredero con una guitarra a cuesta.
Dijo en una ocasión Dylan Thomas que no era un poeta, que era un simple usador de palabras.

Silly Bush: Mi perrito Barney

En el colmo de la ridiculez, de la imbecilidad, está la figura de un presidente que, con todos los honores, pasará a la historia como el dirigente más peligroso, más genocida, más necio y cretino que haya tenido Estados Unidos. Me refiero, cómo no, a George W. Bush. La última proeza de este ‘clown’ vestido de traje ha sido la popularización de su perrito faldero. Si Calígula nombró cónsul a su inseparable caballo Incitato, Bush tiene una analogía de idolatría animal con su perro Barney, el personaje del momento en Estados Unidos. Lassie y Rin Tin Tin se han pasado de moda, se ha quedado caducos ante la historia del terrier escocés de Bush. Sólo falta saber qué cargo ocupará Barney de la mano de su infausto amo.
Según la página de la Casa Blanca yanqui, el perro se enfada porque le tenían prometida la cartera de Educación y Cultura. Como todo en la vida del presidente, los problemas de su país son acogidos con sorna y burla, como en aquella secuencia del documental de Michael Moore ‘Fahrenheit 9/11’ en la que después de soltar su discurso sobre la espinosa situación de la guerra de Irak, después de ordenar el ataque sanguinario a un país, se dirige a su pelota de golf con el palo en alto y espeta a la prensa “y ahora… mirad qué drive”. Ridículo y lamentable. Barney no está muy lejos de lo que para Bush representa su país, los americanos, sus votantes: son animales con los que jugar, que aplauden sus decisiones e, ignorantes ante la realidad de su país y de su autócrata dirigente, mueven el rabo y sonríen, agitan banderitas y se convierten en manifiesto de una estupidez insultante.
La Administración Bush es tan divertida y se toma tan en serio todo que ha creado un serial internauta (a través de la página web oficial de la White House) del ‘Primer chucho’, de Barney, que se ha transformado en una estrella mediática. El año pasado hicieron un especial en el que el pequeño Barney tenía una misión que acometer por todos los medios. Uno de los representantes presidenciales más importantes le mandaba decorar los enormes habitáculos de la mansión presidencial: desde el Despacho Oval hasta la habitación George Washington. Esa era su misión. Pero el perro, en similar actitud de su dueño, no quería trabajar; prefería tocarse los huevos, jugar con un balón en la nieve o dormir ¿Mensaje subversivo de la actitud y aptitud de Bush? No quiero ni pensarlo.
Más allá de la certeza de si Bush traduce este tipo de actos en cualquier estado, ya sea borracho o sobrio, lo cierto es que tales artimañazas sirven para desviar la atención del pueblo, de encubrir su perverso plan mefistofélico por dominar el mundo (ahora, su intención es ir por Irán; mañana, quién sabe). El periodismo en USA pasa por dar primacía a la vida de un insignificante perrito que a las vicisitudes de una política exterior que, como hordas de extraterrestres alienígenas, están desmoronando con sus actos el territorio por donde pasan.
Bush prefiere que todos los americanos vean la cotidianidad de su perrito faldero, metamorfoseado en sus propios compatriotas, a que su país sepa lo que hace su ejército en Irak, aquello que los verdaderos perros de Bush, los marines descontrolados y violentos, hicieron en la cárcel de Abu Ghraib, lo que están sembrando en Afganistán y los que le queda por hacer en Oriente Medio.
Menos mal que quedan yanquis críticos que se dan cuenta de las cosas y hacen ver la situación de Barney y su ‘Silly Daddy’ en un blog creado exclusivamente para narrar la vida del perro de la Casa Blanca en primera persona (y no me refiero a Bush), lanzando un grito crítico con lo que está pasando en un país que está viviendo ocho años de una decadencia que, a buen seguro, les pasará factura. Eso sí, siempre a costa de los demás países internacionales.
De nuevo: ¡God Bless América!

martes, 23 de noviembre de 2004

Dos noticias de este MUNDO ABSURDO

'Zaplanistas' Vs. 'Campistas'
Seguidores del ex presidente de la Comunidad Valenciana Eduardo Zaplana y de su sucesor, Francisco Camps, han acabado a golpes y se han acusado mutuamente de irregularidades cuando se votaban los compromisarios para el congreso regional de Alicante, una vez terminado el congreso del PP para la Presidencia del PP valenciano.
¿Tanto se echa de menos en el PP las guerras que hasta ellos provocan una en sus reuniones? ¿Llamarán a Bush para que bombardeen Alicante? ¿Tendrá relación con esto el hombre que ha muerto electrocutado en Elche?
¿Papá Noel activista?
Un activista del grupo 'Padres por laJusticia' realizó hoy otra peculiar protesta al encadenarse, vestido de Papá Noel, a una verja del Palacio de Buckingham, en Londres, el día en que Isabel II hizo el tradicional discurso de apertura del Parlamento.
Esto... Me he quedado sin palabras.

Are you talkin' to me?

Ayer fui a MediaMark, ese complejo de electrodomésticos, paraíso de la tecnología en el que casi todo está diciendo 'cómprame' con escandalosos precios nada prohibitivos, casi insultantes. Compré dos nuevas películas en DVD: 'Taxi Driver', del gran Martin Scorsese (por 8 euros y pico) y 'Ringu', de Hideo Nakata (por 4, 29 €).
Dos pequeñas obras que escogí arduamente entre una opción de compra que me hizo reflexionar sobre mi miserable esencia de vida. Si no fuera un parado sin oficio ni beneficio, si no fuera una pequeña escoria dentro de la sociedad, podría haberme llevado varias y suculentas ofertas. Pero sólo me pude un par de ellas. Es lo que tiene ser un despojo, amigos. Bueno, a lo que iba. Ayer mismo disfruté del documental de más de una hora sobre la obra maestra de Scorsese, un pequeño 'delicatessen' visual que no me desveló nada nuevo, pero sí corroboró algunas de las cosas que había leído o había imaginado, como que, por ejemplo, Robert De Niro no se afeitó la cabeza para sus secuencias de mohicano, si no que fue el asombroso Dick Smith (ganador del Oscar por 'El Exorcista'), quien creó una espectacular calva afeitada y un postizo que simulaba el pelo a lo tribal. Es lo mejor del documental. Smith cuenta con todo lujo de detalles los pormenores de las secuencias más sangrientas, de la violencia explícita, de las manos que se descuartizan con los disparos, de las heridas que nadie ha podido superar, del olfato como visionario dentro de la sala de montaje por parte de Marty para acuchillar una mano en dos planos que parecen sólo uno. También, el miedo que despertó De Niro en Cybill Shepherd, las pocas líneas de diálogo que tenía Harvey Keitel, el rechazo de Bernard Herrmann en el principio de la que sería su banda sonora póstuma y del riesgo de una película que es para mí más importante que mucha gente a la que conozco y veo por la calle.

Por lo demás, volví a reencontrarme con Travis, mi viejo amigo Travis Bickle y su historia de taxista asocial y desequilibrado, excombatiente de Vietnam atrapado en una vida sin sentido que procura redimir sus propios fantasmas protegiendo a dos mujeres interpretadas por Cybill Shepherd y la impúber Jodie Foster (que, por cierto, cuenta también que su madre le dijo a Scorsese qu estaba loco por pedirle a una cría de 12 años que interpretase a una puta). La película encumbró a la cima a un Scorsese que recreó a la perfección un ambiente sucio e hipócrita al ofrecer una agobiante historia, glorificada sobre todo por la interpretación majestuosa de De Niro en el papel del psicópata taxista con ganas de venganza social. Un inolvidable drama, casi expresionista, sobre el prototipo de personajes con vocación de mártir convertido en asesino sin escrúpulos que acaba santificado.
‘Taxi driver’ es una obra maestra, una película que transgredió en su época y que me cautivó cuando yo sólo era un crío de 10 años, seducido y malacostumbrado a un modelo erróneo de antihéroe. ‘Taxi Driver’ es también toda una leyenda externa al rodaje (el intento fallido del magnicidio a Reagan por el perturbado John Hinckley en 1981) y en la sería injusto olvidar la espléndida banda sonora compuesta por el mítico Bernard Herrmann.
Con esta película es cuando se empezó a evidenciar el inconfundible estilo de un creador de enormes proporciones: Scorsese, a pesar de mover su cámara siempre al compás de largas secuencias dilatadas, se movía entre el más de los furos controles que se contrapone a la célebre improvisación que se ha dado en su cine cuando le conviene. Esto suele hacerlo en la construcción de escenas en las que la tensión es progresiva y va sumiendo en la duda a un espectador que acomete la sucesión de sensaciones con la suspicacia, con la pregunta del ‘qué pasará’, ya que (como ha sido habitual en el cine de este genio) el carácter de los protagonistas puede estallar en la más encendida brutalidad que uno pueda imaginar, en un torrente de violencia que termina por resultar catártico para personalidad y espectador.

Este recurso consistente en dilatar el tiempo para jugar con el ritmo de la película haciendo que el tempo narrativo juegue la baza trascendental del ‘in crescendo’. En todo ello el factor más importante dentro del cine de Scorsese es el actor, que se mueve con una inaudita fisicidad, centrando la explosión de la secuencia en el protagonista. Por eso Robert De Niro se ha configurado como el actor que mejor sabe entender lo que quiere el cineasta ítaloamericano. Por eso, su creación de Travis Bickle sigue siendo uno de los mejores papeles que se hayan interpretado en la historia del cine.

Historias (televisivas) para no dormir

El gran Chicho Ibáñez Serrador, probablemente el hombre que mejor conoce en este país el anverso y el reverso de la televisión, sus luces y sus sombras, su inmensa cercanía y su poder adictivo, su grandeza y su ilimitada basura, su estético espectáculo y su ineludible cochambre, su turbia verdad y su adicta mentira realizó una de las mayores gestas televisivas al ponderar el género fantástico y de terror con sus imágenes en aquella ya mítica serie ‘Historias para no dormir’, la síntesis creativa de una época irrepetible.
Años después, Chicho, inscrito como el productor y director televisivo más carismático y fructuoso de la televisión española, se retiraría de las cuitas catódicas con el gran concurso de la historia de nuestra caja tonta, el ‘Un, dos, tres...’. Parece ser que hubo un tiempo en el que Chicho se aburría, en el que la experimentación con el terror asistió a su mente y, utilizando su comercial concurso, insertó en él una de las más crueles experiencias de terror que una persona pueda degustar en este mundo. Imaginaos aquellos que tuvieron la desagradable oportunidad de participar en el programa como uno de aquellos ‘sufridores’ que acompañaban a la pareja concursante durante la segunda parte del programa, la lúdica, de tan mítico evento televisivo.
Imaginaos a alguien, un tal Manolo, allí, sentado junto a su hermana Puri, experimentando una de las peores sensaciones que se haya tenido la ocasión de sentir a lo largo de los fastos catódicos. Imaginaos estar más de siete horas metido en una calabozo de metacrilato, con un calor asfixiante, con vuestra hermana Puri a punto del síncope y con la extraña sensación del miedo alojada en la piel, descifrando la crueldad manifiesta y, a su vez, admirable, de Chicho para jugar con las más oscuras emociones de las personas.
Analizando el contexto, uno llega a la conclusión de que aquel hombre era (y sigue siendo, me consta) un genio y decano del horror humano, de las perturbaciones que nos asolan en nuestra vida diaria. Sólo a él se le podía ocurrir meter a una pobre pareja en un perímetro de 1x2 m. durante largas horas haciéndole saber todo lo que ocurría en el programa, detallando cada regalo que se escondía debajo de los cachivaches, siguiendo las estúpidas y erróneas reflexiones de los concursantes y, al final, arañando el cristal porque el apartamento en Torrevieja estaba en el papiro romano y no debajo de la piedra que había llevado "La Bombi". Mayra, mito oculto de la televisión, mirando irónica inquiría a Lidia Bosch “¿cómo lo estarán pasando nuestros sufridores?”, mientras Puri agarraba a Manolo del cuello maldiciendo y satanizando contra todo el mundo, leyendo en sus labios las barrabasadas más desmedidas de la televisión. Fina ironía cabrona la de la presentadora.
Imaginaos a esta pareja de ‘sufridores’ entre sudor y angustia, entre cóleras y anatemas, entre ganas de cagar y de morirse. Chicho lo había conseguido una vez más. Como José Luis López-Vázquez en ‘La cabina’, las parejas sufrieron la claustrofobia más brutal que nunca un concursante volverá a sentir. Imagino que cualquier ‘sufridor’ del ‘Un, dos, tres...’ recordará la experiencia de por vida. De hecho, me gustaría conocer a alguno. Muchos de ellos no lo recordarán como un suplicio porque, tras las horas de amargura y desolación, se llevarían algo más que cien latas vacías, diez váteres y cinco bidés o los 20 sacos de cemento que Manolo y Puri se llevaron a casa y en los que hubiera metido vivos a, por suponer, Alberto y Sara, la pareja concursante que hizo de aquel día perdido en los 80 una temible pesadilla para Manolo y Puri.
Uno de estos días prometo hablar del Chollo y del Antichollo, de la Botilde y su estúpido juego de meter un pie en un aro y que la puta bota diera vueltas, y de hacer un top con las azafatas que más me han puesto en todas las etapas del mejor concurso que Chicho pudo dar a la televisión.

Cine asiático fantástico y de terror oriental

La fiebre del ‘terror amarillo’
En los últimos años el cine de género asiático está marcando una ejemplar cinematografía de terror.
El cine fantástico oriental está de moda. O si no es así, por lo menos, va saliendo paulatinamente de los reductos minoritarios a un terreno de la exhibición que cada vez apuesta más por las producciones asiáticas en un género en el que los orientales están demostrando su potestad sobre el terror y fantástico occidental. El terror formulista al que estábamos acostumbrados está mutando a un núcleo de revolución estética y argumental, de cambio, en múltiples aspectos. Ya sea por un concepto del cine para subyugar su lenguaje a una tensión evolutiva de portentosa índole o bien por un arte que indaga en el arcaísmo para mitigar cualquier efecto de las nuevas tendencias audiovisuales.
Sea como fuere no hay duda de que el cine más trasgresor e innovador producido en extremo oriente se ha convertido en una tendencia de culto que actualmente sirve para abastecer de ideas y realizadores a la industria americana. En estos momentos, Asia es para Hollywood, una inagotable fuente de inspiración y renovación de los géneros cinematográficos. Sólo así podemos apreciar que el ‘nuevo cine de terror americano’ venga dado por el ‘remake’, por el calco reinterpretado para el público americano. Esta nueva ola del cine fantástico asiático comenzó a ser conocida como tal a finales de 1990. Y para ello tuvo mucho que ver la creación del Festival fantástico de Puchon en 1997. Uno de los principales causantes de este fenómeno fue el éxito de Koji Suzuki, ‘Ringu’, adaptado del éxito del japonés Hideo Nakata, a la que después se le sumo ‘Kim Dong-bin’, adaptación de la primera versión en donde la transmisión de un virus a través de una cinta de video provocaba siete días después la muerte de todo aquel que lo veía. Una primera cinta en abrir esta nueva puerta a la actualización y occidentalización de un espacio angustioso, lleno de matices y nada acomodaticio. Gore Verbinski fue el encargado de otorgar una excusa para el ‘remake’ de la grandes majors, ávidas de suculentas taquillas. ‘La maldición’, de Takashi Shimizu, otro éxito sin precedentes y causa de secuelas de éxito, ha seguido su camino en esta reformulación yanqui de los conceptos asiáticos. Pero no queda sólo ahí esta tendencia, en escarbar y extraer lo comercial del llamado ‘terror amarillo’, ya que el panorama del cine oriental es tan amplio como complejo. Desde una perspectiva occidental, las cinematografías asiáticas parecen compartir rasgos comunes, aunque en realidad sus diferencias son sustanciales.
La aparición de esta nueva directriz, una moda que apunta a una clara perennidad, tiene sus cimientos en el creciente interés que despiertan en Occidente los rasgos genéricos del cine fantástico oriental. Así, la tradición japonesa se mezcla con la modernidad visual, sin perder nunca los estilemas clásicos, mezclando mitología fantástica (como el ‘kwaidan’, la narrativa fabulesca de fantasmas) y clasicismo, elementos que domina uno de los mejores directores de esta generación: Hideo Nakata, un director sobrio, capaz de conjugar el dramatismo subtextual de sus historias con el más puro efectismo terrorífico dibujado en la sobriedad, haciendo gala de una portentosa capacidad de dirección ejemplificada en la estupenda ‘Dark Water’. Un logro igualmente obtenido por esa desconocida obra maestra que es ‘Kaïro (Pulse)’, de Kiyoshi Hurosawa. El cine de terror asiático, extendido no sólo a China y Japón, si no con joyas venidas de Corea del Sur, Hong-Kong y Tailandia, tiene su acercamiento al mercado europeo en la conocida ‘The Eye’, de los hermanos Pang, un éxito que es la cabeza de títulos que no han tenido la oportunidad de verse en nuestro país; ‘Nang-Nak’, ‘Bangkok Haunted’ o ‘Wishing Stairs’, cintas modélicas de un terror que, traspasando fronteras, hablan de la angustia en sus diversas formas, más allá de la delimitación geográfica. De ahí la cercanía terrorífica que tiene este género de Asia con el resto del mundo.
Como variante al terror en estado puro, a la búsqueda de estilos poliformes y personales en los que la universalización de los temas e intencionalidad se destapan como el gran logro de una cinematografía minoritaria, se encuentra lo que se ha dado en llamar el ‘Extreme’, esa variación que abandera el prolífico Takashi Miike (‘Audition’, ‘Ichi Killer’ y las dos partes de ‘Dead or Alive’) que invocan otro estilo en la proposición del terror, dado en la explicitud de sus imágenes, en el sentido gráfico de lo truculento y desagradable, en la terrible realidad de impensables actos inyectados directamente al ojo del espectador. Películas como ‘Phone’, de Ahn Byeong-Gi, ‘Three’, dirigida por Kim Ji-Wun (Corea), Peter Chan (Hong Kong) y Nonzee Nimibutr (Tailandia), ‘Memento Mori’, de Kim Tae-Yong y Min Gyu-Dong, ‘Sorum’, de Yun Jong-Chan, ‘Bangkok Haunted’, de Oxide Pang y Pisuth Praesaengaim y la terrorífica ‘Tales of the unusual’, son ejemplos de esta nueva (en realidad clásica) moda del cine asiático de terror y fantástico. Esta semana ha llegado a las carteleras de media España ‘Dos hermanas’, producción de Corea del Sur, donde dos hermanas regresan a casa después de haber estado enfermas. Allí son recibidas por su madrastra Eun-joo, una mosntruosa mujer que se encarga de hacer de sus vidas una auténtica pesadilla en la que no pueden faltar los fenómenos extraños. Dirigida por Kim Ji-Wun está interpretada por Im Su-Jeong, Moon Geun-Young y Yeom Jeong-A.
Un cine que si bien abarca obras de una calidad paradigmática en un género tan aparentemente agotado como el terror y que se va dejando ver en pequeñas y esperadas dosis, no es muy accesible a Occidente, debido, sobre todo, a la insuficiente distribución y la mala calidad con que se estrenan este tipo de películas. Un cine que se ha habituado y estandarizado como ‘cine minoritario’, viéndose reducido al mercado del DVD o vídeo doméstico y percibido aún por el gran y odioso ‘mainstream’ como ‘freak’, algo exótico, de cierto carácter elitista y fragmentario. Cuando el cine fantástico asiático es todo lo contrario.
Miguel Á. Refoyo © 2004
PD: Mi amigo Fermín Martínez seguro que lo haría mucho mejor. No como yo, aquí, sabiendo dos cosillas que he visto y escribiendo esto.

lunes, 22 de noviembre de 2004

El fondo de escritorio

Ampliar aquí.
Yo no soy de los cambian el fondo de escritorio a menudo. Es más, puedo estar hasta un año con el mismo. También es cierto que hubo una vez (cuando cotizaba en la Seguridad Social) en que cada día tenía que tener una visión nueva en el entorno de trabajo.
Puede parecer algo baladí, pero supongo que el fondo de escritorio define mucho a una persona. No puedo imaginarme con ese campo verde, la llanura que Windows Xp trae por defecto o con una foto de algún bebe, algún familiar, modelos de pasarela o incluso de mí mismo con un momento arquitectónico detrás. El fondo de escritorio es fundamental para el equilibrio de los que trabajamos diariamente con el ordenador.
Actualmente suelo cambiarlo cada cinco o seis meses. El último lo saqué de una página de cómics de ‘Legend’. La figura del Diablo ha sido una constante en mi iconografía y esta silueta en plan dibujo de tebeo me fascina. Antes tuve muchos otros, casi todos relacionados con el mundo del cine y el cómic.
No sé por qué posteo esta gilipollez. Supongo que es porque el otro día, me dijo Fernandito Bernal que escribiera más sobre mí que artículos o reportajes, que es lo que me gusta, pero claro, una weblog nace con la intención de escribir algo sobre el autor ¿O no? Yo qué sé.