miércoles, 17 de noviembre de 2004

No hay dos sin tres (ni cuatro…)

Después de ‘Los Increíbles’, Pixar de Lasseter quiere seguir, porque puede (es la mejor factoría de animación digital del cine moderno), con el paulatino incremento de su nimbo de riqueza y calidad en sus productos para todos los públicos.
MovieBlog se ha hecho eco de un rumor noticia que, a buen seguro, hará las delicias de los fans de la saga que le otorgó a la factoría Pixar la hegemonía de una creciente industria competitiva desde Dreamworks: me refiero a ‘Toy Story’. El Hollywood Reporter también ha confirmado que en Glendale, los ejecutivos de la Disney ya están trabajando no sólo en la tercera parte de estos familiares juguetes, si no que, para sorpresa de muchos, se encadenará el proyecto con una cuarta entrega de las aventuras de Woody y Buzz Lightyear.
Andrew Millstein ha empezado el proceso de reclutar a los pesos pesados de la animación de estudios rivales, provocando lo que vamos viendo en la taquilla: una guerra a dos bandas que, cual cohechadores de fugas de cerebros, pujan por los dómines de la animación a golpe de talonario. Michael Eisner, de la Disney, ni confirma ni desmiente.
¿Qué será, será...?

martes, 16 de noviembre de 2004

Piercings y cerezas

Pues sí, amigos. Lo nunca visto antes en televisión.
En el programa de Julia Otero, ese programa en evolución que está ofrenciendo una lección de saber hacer un evento catódico lúdico con contenidos interesantes, dio a los ojos de los espectadores uno de los momentos más naturales, modernos, salvajes, dolorosos y cabrones de la televisión actual.
Los que lo vieran sabrán a qué me refiero. Los que no... pues que pinchad y veréis un ejemplo de esta modalidad tan difícil y espinosa para la vista (si quieren).
Hala, aviso de la explicitud de la toma. Impagable y simpático instante.

God bless America!

El Daily Mirror británico se lo preguntaba en portada hace poco: “¿Cómo pueden ser 55 millones de personas tan gilipollas?”
Ya conocíamos los terroríficos sondeos sociológicos de la América profunda: el 60% que cree en el demonio, el 50% en los milagros, un 40% aboga por la abstinencia sexual prematrimonial (como el zorrón de Britney), otro 40% cree en la veracidad literal de Adán y Eva, el 60% creía que Saddam Hussein participó en el 11-S, el 80% no tiene pasaporte y así hasta configurar la esencia de 'redneck' en que se ha convertido el norteamericano medio...
Lo que no sabíamos hasta ahora es que George W. Bush haya ganado 3,5 millones de votos principalmente por su defensa de los “valores morales”.
Que Dios (si es que existe) nos pille confesados porque tiene al Anticristo como su mayor y fervoroso representante.

Esa película llamada '9 SONGS'

Tuve la oportunidad de volver a ver (y encima en V.O.S) la aparentemente polémica ‘9 Songs’, de Michael Winterbottom, una película que podría muy bien haberse titulados ‘9 polvos y 9 canciones’, debido a una estructura delimitada a varios momentos de diversos grupos de ‘punk-rock’ que se alternan con secuencias de sexo explícito, pornografía artística con actos carnales en los que la cámara, siempre certera y adecuada de un director enamorado del buen cine y de la plástica composición de celuloide y sentimientos, se mantiene absorta en el acto lúbrico del amor.
Esta película se puede tomar desde dos perspectivas; una, la de lo que es: la aventurada invitación a la relación efímera y apasionada entre dos jóvenes que se conocen en un concierto y tienen una aventura apasionada basada en el sexo, ‘affaire’ realista y realístico, materialista, de las relaciones heterosexuales modernas donde impera el placer sicalíptico por encima del romanticismo. Y por otro lado, la de la profusión de concupiscencia visual donde hay penetraciones, felaciones y juegos eróticos sexuales que rebasan cualquier ilusión del que asiste a ver algo más que movimientos de pelvis y sudor en las sábanas. Winterbottom no ha realizado un filme al que se le pueda colocar la etiqueta de ‘X’.
Eso hubiera sido un paso atrás en su excelente y reconocida filmografía. El director de ‘Wonderland’ aboga por la naturalidad de los actos amatorios, como una forma de encuentro y conocimiento hermosa y poética que encuentra su mejor cómplice en la música de Michael Nyman, trasladándola a la metáfora, a la frialdad de estas relaciones que, solidificadas a través de la sexualidad imaginativa, despierta el amor. Destaca la labor de dos actores como Kieran O'Brien y Margot Stilley, valientes intérpretes que, sin ningún pudor y con la sinceridad del proyecto expuesto, aceptan el juego y lo llevan hasta sus últimas consecuencias. Una película que, al menos en los pases oficiales del pasado Festival de San Sebastián, levantó aplausos (así como otros músculos) y silbidos.
El sexo sigue siendo molesto para ver en la pantalla. Eso está claro. Aunque Winterbottom recurra a su habitual maestría de narrar la vida tal y como es. Sin tapujos y bajo los acordes de The Dandy Warhols, Franz Ferdinand, Bobby Gillespie, Bob Hardy o Alex Kapranos, ‘9 Songs’ brilla por su honestidad e intrepidez, comprometida con su historia solidifica una sincera muestra de libertad.

Miedo y Asco en Puerto Rico

“La popularidad de los psicodélicos se ha hundido tan drásticamente que la mayoría de los grandes traficantes ya no manejan siquiera ácido o mezcalina de calidad salvo como un favor a clientes especiales. Hoy el mercado es de los depresores. Lo que se vende es cualquier cosa que te machaque del todo, cualquier cosa que te cortocircuite el cerebro y lo bloquee durante el mayor tiempo posible".
Siempre me ha apetecido hacer una especie de ‘drug trip’ como los que hicieron famoso a Hunter S. Thompson, pero nunca me he atrevido. Sentir esa sensación de constante enloquecimiento, el creativo vértigo de no poder parar de ver cosas que no existen, de alucinar entre risas y perpetuar en el mayor tiempo posible la sensación de que cada segundo merece ser vivido con total intensidad y de que los momentos psicotrópicos están llenos de sorpresas.
La excéntrica, salvaje y personal esencia del ‘gonzo’ ha llegado a mis manos. El inimitable estilo imbuido en un excéntrico talento, sarcasmo y dotes para la observación bajo un prisma de conmociones irreales pero cercanas de un individuo peligroso, adicto a las drogas y, en cierto modo, el único kamikaze de la literatura contemporánea está entrando de nuevo en mi vida.
‘El diario del ron’ es la solución a cualquier problema. Empecé ayer y estoy de nuevo enganchado. Todavía no he terminado la monstruosamente extensa ‘Las aventuras de Kavalier y Klay’, de Michael Chabon, y ya estoy metido en una nueva aventura. De compartir mi lectura con dos primos creadores de un superhéroe postbélico para un cómic de renombre he pasado a estar en el Puerto Rico de los años cincuenta, concretamente en el ‘San Juan Daily News’, un periódico de mala muerte donde espero que reconozcan mi valía como cronista. En este momento de mi vida, me toca identificarme (cosa que no me resulta difícil habiéndome convertido en uno de ellos) con un miserable periodista sin futuro, en un mártir de su propio talento, en un ‘looser’ que tiene que convivir con una fauna de periodistas fracasados y desengañados en busca de una existencia mejor, pero sabedores de que su vida es una mierda y ahogan sus infortunios con un gusto compartido por el buen ron. Alcohol y demencia, evasión y aceptación de la puta realidad.
Una novela real y trágica escrita en 1959, pero enterrada y olvidada en hasta el año 1998 en que apareció publicada por primera vez.
Algún día prometo realizar una de esas bacanales de drogas, de ingestión sin freno de hachís, cocaína, marihuana, speed, hongos alucinógenos y, sobre todo, LSD. Seguiré las instrucciones vitales, experimentales y definitivas de Antonio Escotado, de Tom Wolfe, de Burroughs o de Grant Morrison y lo escribiré aquí, en este mundo desde el abismo. Sería una buena idea con recursos inagotables.

lunes, 15 de noviembre de 2004

Día, hora y lugar de proyección de EL LÍMITE en Sitges’04

Bueno, pues ya sabemos cuándo, dónde y cómo se pasa 'El límite' en el Festival Internacional de Cinema de Catalunya, es decir, el festival de Sitges de toda la vida.
Hay mucha gente en Barcelona y otras zonas de Cataluña que me han pedido que les avise con tiempo. Pues ahí tenéis.
Lugar: Edifici Miramar.
C/ Davallada, 12, 3a. Planta.
Fecha: Jueves 2 de diciembre a las 20:00 horas.
Proyectan nuestro cortometraje en tercer lugar, así quien vaya, no tendrá que esperar mucho para ver nuestro trabajo.
El jurado está compuesto por Miguel Ángel Parra, Jordi Burgués y Javier Perea y sabremos quién se lleva el Premio Brigadoon a partir del 4 de diciembre.
Estar en Sitges es algo bastante reconfortante, ya que podemos medir nuestras fuerzas con cortos de toda europa y del mundo entero. Aunque lo cierto es que no esperamos el premio, sólo el comentario halagador que nos hizo llegar Juanma Pastor es recibido como un premio personal.
Por cierto, que tengo que volver a ponerme a enviar el corto a más festivales que desde que me han seleccionado he detenido la distribución de una manera más que insolente y vergonzosa. Y si queremos que el cortometraje se vea en más festivales, no queda otro remedio.

Ausencia en el abismo.

Los que os pasáis habitualmente por este insustancial universo al borde del sumidero os habréis preguntado por qué no he escrito en los últimos cuatro días. No espero que me hayáis echado de menos, ni mucho menos. Pero aquí estoy, dispuesto a recuperar el tiempo perdido y a seguir dando lo mejor (y peor) de mí mismo.
Este enloquecido fin de semana ha sido extraño, absurdo, interesante, odioso, pero reconfortante. Una sensación tan inconcebible y confusa sólo puede venir de ese entorno tan mefistofélico e hipnótico que es la familia, un contexto que es a la par odioso y sugerente, una realidad sin la que uno no puede vivir pero que termina odiando y amando en sincronía armónica.
He estado de viaje en Asturias, sosegando mi perturbado estado mental y espiritual en Llanes, recorriendo los hermosos parajes norteños, viendo llover bajo la melancolía y fascinación de sus tierras. Cangas de Onís, la cascada natural que nace en la esfera religiosa de la virgen de Covadonga, extenuado de aquí para allá, tan pronto en Posada, como en San Vicente de la Barquera (desgraciadamente no vi a Bustamente), en Comillas y por fin, volviendo a casa.
Compartir esos momentos hogareños con esta gente extraña que siempre me ha rodeado, que no he elegido, pero a los que quiero de igual modo, ha sido, cuanto menos, mucho más que curioso. Curioso el hecho de que la risa y los momentos de humor familiar puedan ser como una velada en el mejor ‘Saturday Night Live’ y que, de repente, por un imprevisto giro de guión, todo se transformase en una batalla digna del programa con más audiencia de Jerry Springer. Los trapos sucios del pasado son el elemento inevitable para que un chiste se transforme en un insulto. Sencillamente apasionante el mecanismo de estas reuniones.
La familia es un pozo sin fondo a la hora de recoger ideas para cualquier guión. Sobre todo, si es una comedia cabrona y con intenciones críticas, llenas de un cinismo y amargura que lleve a la risa. Así que no ha sido en vano. Ya os lo digo que de toda mi experiencia personal con mi familia será valedora de alguna comedia sin freno y reflexiva sobre las relaciones consanguíneas de ‘high standing’.
Y nada más. Ahora es momento de recuperar la normalidad y volver a la aburrida cotidianidad.

jueves, 11 de noviembre de 2004

Review 'Antes del atardecer (Before sunset)', de Richard Linklater

Hermoso desafío al tiempo y al destino
Richard Linklater retoma su mejor película para continuar una de las historias más bellas y románticas de la historia del cine contemporáneo.
Cuando Jesse y Celine se conocieron en un viaje de Interrail, la conexión entre ellos fue inmediata. Él le propuso bajarse en Viena para conocerse mientras hacía tiempo para coger por la mañana su vuelo a Estados Unidos. Ella, sin nada que perder, aceptó la propuesta del desconocido. Unas horas para conocerse, enamorarse y jurarse un reencuentro seis meses después que quedó en un enigma para un espectador enamorado de un filme inolvidable. Era ‘Antes del amanecer’. Nueve años después, su director, Richard Linklater, y sus protagonistas, Ethan Hawke y Julie Delpy, vuelven para desvelarnos qué ha sido de aquella pareja transcurrido ese tiempo. ‘Antes del atardecer’ sitúa a Jesse como reconocido escritor, presentando en París una novela sobre aquella noche. Un evento en el que vuelve a coincidir con Celine. De nuevo les toca, por azar del destino, aprovechar cada momento, dándose cuenta de que su conexión vital no es menos inspiradora o real de lo que fue hace nueve años en Viena.
Linklater retoma aquella historia construida sobre un sofisticado ejercicio intelectual, con los mismos personajes con los que toda una generación se identificó, como un replanteamiento de aquella adictiva promesa de juventud transmutada en una realidad madura, que fortalece su existencia abstracta, conectándola a una híbrida lectura entre la memoria y el sueño, entre la realidad y el recuerdo. De nuevo, la ilusión de continuidad basada en el diálogo y en la deliberación, combinando banalidad y trascendencia, con una naturalidad entusiasta, son los pilares sobre los que se sustentan esta prodigiosa continuación, esta coincidencia de dos personajes que son parte del cinéfilo amante de la mejor película de este cineasta independiente. Así, no sólo todo lo que sucedió hace nueve años por las calles de Viena fluyen como un recuerdo, como figura cinematográfica esencial, donde la evocación es utilizada como material sobre el que se reflejan y dialogan Celine y Jesse, sino como una continuación del recuerdo y la emoción del espectador, del cine y la vida.
Si el lenguaje es vida, como pretende hacernos ver Linklater, en medio de esta historia de amor, el espectador logra establecer un vínculo de profundo reconocimiento que abre las puertas a un acercamiento cinematográfico a la vida misma. Por eso, en este nuevo milagro fílmico, la identificación es necesaria en cuanto a la evolución de los personajes, aludiendo a la propia evolución vital del que vio su primera parte y asiste a este esperado reencuentro. “La vida es más inmediata cuando uno envejece”, dice Jesse en un momento fundamental de la película. Y es por eso, tal vez, que ‘Antes del atardecer’ surge como la consumación ideal de aquella noche en Viena. Un epílogo más efímero pero mucho más intenso, que reconoce que lo importante de esta perenne historia de amor es la necesidad de compartir cada espacio, cada mirada y cada diálogo con la pareja protagonista. Ellos hablan de un sentimiento universal, de las intensas necesidades de la cotidianeidad o de las pequeñas esperanzas y satisfacciones que hacen que el ser humano siga vivo.
En su prólogo, donde no faltan los ‘flashback’, un crítico le pregunta a Jesse si los protagonistas de su novela se reencontraron seis meses después de su idilio o no. Él responde que cada lector tiene una propia conclusión de aquello. Como en ‘Antes del amanecer’, en la que al espectador no se le daba una respuesta al enigma. Quienes crean encontrarla en esta secuela, lo harán, pero lo hermoso de la narración, como en la vida, es que todas las preguntas generan otras, postulando que el amor, pieza clave de todo, dependerá de aquellos que lo vean con romanticismo o escepticismo. Película espontánea y casual, donde emerge una belleza absoluta y una honestidad asombrosa, ‘Antes del atardecer’ es la naturalista representación de dos personajes que reaccionan de forma natural ante una nueva prueba del destino, haciéndose preguntas lógicas y dejando que el tiempo saque a la luz los temas que interesan, y así, intentar llenar un vacío de nueve años. Al igual que la primera cinta, ésta se centra en la larga conversación de una pareja que, durante casi hora y media, transitan por las calles de París en un paseo hacia una pequeña cafetería, después por parques parisinos, en un viaje en barco por el Sena y, finalmente, en el coche predestinado a alejarlos nuevamente. Trayectos en los que no dejarán de hablar de sus vidas, de sus sueños y anhelos. Una preciosa oda al amor que consta de un engranaje conceptual detallado en la delicadeza de sus frases, de sus réplicas, de sus silencios, de lo latente que empieza en las percepciones abstractas avanzando hacia las respuestas que tanto los personajes como el espectador quieren conocer: ¿Están casados con otras personas? ¿Son felices? ¿Sigue habiendo entre ellos aquella profunda atracción? ¿Hubieran querido pasar su vida juntos de haberse visto a los seis meses?
Jesse y Celine son los mismos que recorrieron Viena, pero lo han olvidado con el paso del tiempo y son conscientes de que a los veinte años el amor puede llenar una vida, pero a los treinta el miedo al dolor y a la soledad conlleva al conformismo estático, a una normalidad falta del entusiasmo que les unió en ‘Antes del amanecer’. Ambos, inconscientemente, vuelven a sumergirse el uno en el otro, con la confusión y los nervios de la primera vez, buceando en sus sentimientos y tratando de obtener respuestas sobre su posible relación, pero también respecto a sus vidas actuales. En este amor sin territorio, en el que la pasión viene marcada por el desencuentro, la responsabilidad de los diálogos creados esta vez por ambos actores y Linklater vuelven a ser su base existencial, su esencia argumental y narrativa. Unos diálogos que no precipitan la situación, incluso caen en la reticencia, reflejando el cariño y la profundidad con la que han evolucionado los personajes desarrollados por el director y la pareja protagonista. Ya no son críos espontáneos, ilusionados en un amor de juventud, sino que el acatamiento a sus personalidades aflora con un comedimiento absolutamente prodigioso.
Y es que si ‘Antes del amanecer’ exponía entre líneas una filosofía vital romántica y teorizante sobre la juventud más reflexiva y lo que nos mueve con la veintena cumplida, incluyendo una hermosa relación de una noche, ‘Antes del atardecer’ atavía su discurso romántico desde la introversión juiciosa del adulto, de la experiencia, donde hay mucho más que perder, desde un punto de vista maduro, lo que le da al filme una dimensión más visceral, emotiva y romántica que en una primera parte que necesita de esta película para encontrar el verdadero sentido real del amor.
La libertad y la inspiración confluyen aquí en un necesario estilo de acercamiento a la pareja, donde el fluir temporal que añora un tiempo no vivido, llena su vacío con diálogos, con reflexiones, con palabras y sueños que cubren la ausencia de ambos en sus respectivas vidas. Por eso, Linklater sabe que su filme no admite una fragmentación del espacio o del tiempo. De este modo, el tiempo real utilizado para el inolvidable paseo de Celine y Jesse es necesario para respetar la historia, la continuación de un encuentro, pero también lo es como forma de articular sus movimientos, la sensación de realidad que abandona la pasividad y se contagia del ejercicio intelectual y vital sobre el amor y la vida. Para ello las calles París, asoman idealizadas en un bello tono cinematográfico donde la luz construye la progresión de la historia. Lee Daniel realiza un notable trabajo de fotografía y cámara, sabiendo recoger estratégicamente su incursión en el ambiente urbano parisino, con la libertad y la naturalidad que en los 50 propusieron los fundadores de la ‘nouvelle vague’. En el plano interpretativo, tanto Hawke como Delpy manifiestan las mejores interpretaciones de sus carreras con unos papeles creíbles en su inseguridad, en sus miradas medidas, provistas de improvisación y de un excepcional manejo del lenguaje corporal, representado en el sutil instante en que ella extiende la mano para tocarle el pelo a él, alejándola antes de que éste la vea.
‘Antes del atardecer’, al igual que su antecesora, habla sobre el amor, pero escapándose a los tópicos de cualquier breve encuentro cinematográfico, que mueve al espectador a la reflexión sobre los nueve años en los que la pareja ha vivido pensando en un tiempo delimitado, idealizado, como la efímera relación que se produjo en Viena. No se sobrepone, por tanto, el diálogo a un discurso nunca unidireccional ni aleccionador, pero sí ofrece la oportunidad al público de crear una resolución propia, una respuesta, bien sea escéptica o romántica, extraída de otro desenlace abierto, sin resolver. Ochenta minutos compartidos que permanecerán como recuerdo imborrable para una generación a la que ‘Antes del Amanecer’ le cambió la perspectiva de la vida, el mundo y, sobre todo, del amor.
Miguel Á. Refoyo © 2004

Reencuentro con Stanley, Stella y... Blanche

Hacía tanto que no veía 'Un tranvía llamado Deseo', de Elia Kazan, que había olvidado la mejor interpretación femenina de todos los tiempos, había olvidado la grandiosidad y genialidad de Vivien Leight. Viéndola, me he dado cuenta de que ninguna actriz antes ni después ha compuesto un rol tan desgarrado, tan profundo y lleno de matices, tan tortuoso... Blanche Devois es, posiblemente, el mejor papel que se ha escrito para una actriz. Tennesse Williams, el gay sureño con más talento de las bambalinas yanquis no pudo reflejar mejor la locura, la desesperación y la soledad de una mujer inocente y engreída que ahoga su frustración en la mentira.
Kazan adaptó a la pantalla una obra maestra convirtiéndola en una sublime película. Kim Hunter está impresionante, dulce, comprensiva y Marlon Brando, en su segundo papel opone su figura de galán para demostrar que empezaba a forjar el mito del mejor actor de la historia. Stanley Kowalski nació en la pluma de Williams para ser interpretado por este monstruo de la pantalla.
Hay dos momentos, en el que Blanche discute con Stanley por los papeles del rancho que han perdido y, sobre todo, el día antes del nacimiento del hijo de Stella y Stanley, en el que la actuación de Leight no es normal, es inalcanzable, perfecta, inhumana... Esos ojos, esa actitud, esa manera de mirar. Es lo que hizo que la propia Vivien Leight tuviera problemas psicológicos asumiendo la doble personalidad de Blanche. Tuvo muchas contrariedades por esta interpretación pero nos dejó una creación rotundamente apoteósica.
Nunca la locura fue tan tortuosa en la retina del espectador. El agobio del calor, de las palabras, de la evolución de una pobre mujer destinada al sufrimiento más atroz que existe en esta vida.

¡Increíble! Pero, desgraciadamente, cierto

"Saben aquel que diu... que 'El límite' se estrena el día 9 de diciembre en vez del 25 de noviembre como se dijo antes de ayer... Y le diu su amigo... "No jodas, nen!...".
Pues sí. Podría ser un chiste contado por el mítico Eugenio Jofra, pero no. Me temo que es cierto. Me han llamado esta misma mañana y me han dado la buena nueva. Me ofrecían el día 16, pero como que no. Me apetece que sea un jueves (a falta de un viernes).
El lunes comienzo mis gestiones para el estreno en viernes para todos aquellos que seáis de fuera y querías venir al estreno en masa.
Yo casi me siento ridículo, víctima de algún complot malévolo. Siento que Fu-Manchú se está riendo de mí o que pertenezco a un 'reality' llamado "Descojonemonos de Refo, Oiga!", pero la verdad es que como en este cortometraje he aprendido en toda su dimensión el concepto de 'paciencia', pues habrá que acatarlo y seguir esperando. Es cuestión de espera, amigos.
Así que queda la fecha (hasta nuevo cambio) así...
FILMOTECA DE CASTILLA y LEÓN. C/ González Santana, 1
DÍA 9 de DICIEMBRE de 2004
20:30
(Conveniente que estéis allí un poco antes, por si os quedáis fuera).
Bueno, verás...