lunes, 15 de noviembre de 2004

Ausencia en el abismo.

Los que os pasáis habitualmente por este insustancial universo al borde del sumidero os habréis preguntado por qué no he escrito en los últimos cuatro días. No espero que me hayáis echado de menos, ni mucho menos. Pero aquí estoy, dispuesto a recuperar el tiempo perdido y a seguir dando lo mejor (y peor) de mí mismo.
Este enloquecido fin de semana ha sido extraño, absurdo, interesante, odioso, pero reconfortante. Una sensación tan inconcebible y confusa sólo puede venir de ese entorno tan mefistofélico e hipnótico que es la familia, un contexto que es a la par odioso y sugerente, una realidad sin la que uno no puede vivir pero que termina odiando y amando en sincronía armónica.
He estado de viaje en Asturias, sosegando mi perturbado estado mental y espiritual en Llanes, recorriendo los hermosos parajes norteños, viendo llover bajo la melancolía y fascinación de sus tierras. Cangas de Onís, la cascada natural que nace en la esfera religiosa de la virgen de Covadonga, extenuado de aquí para allá, tan pronto en Posada, como en San Vicente de la Barquera (desgraciadamente no vi a Bustamente), en Comillas y por fin, volviendo a casa.
Compartir esos momentos hogareños con esta gente extraña que siempre me ha rodeado, que no he elegido, pero a los que quiero de igual modo, ha sido, cuanto menos, mucho más que curioso. Curioso el hecho de que la risa y los momentos de humor familiar puedan ser como una velada en el mejor ‘Saturday Night Live’ y que, de repente, por un imprevisto giro de guión, todo se transformase en una batalla digna del programa con más audiencia de Jerry Springer. Los trapos sucios del pasado son el elemento inevitable para que un chiste se transforme en un insulto. Sencillamente apasionante el mecanismo de estas reuniones.
La familia es un pozo sin fondo a la hora de recoger ideas para cualquier guión. Sobre todo, si es una comedia cabrona y con intenciones críticas, llenas de un cinismo y amargura que lleve a la risa. Así que no ha sido en vano. Ya os lo digo que de toda mi experiencia personal con mi familia será valedora de alguna comedia sin freno y reflexiva sobre las relaciones consanguíneas de ‘high standing’.
Y nada más. Ahora es momento de recuperar la normalidad y volver a la aburrida cotidianidad.

jueves, 11 de noviembre de 2004

Review 'Antes del atardecer (Before sunset)', de Richard Linklater

Hermoso desafío al tiempo y al destino
Richard Linklater retoma su mejor película para continuar una de las historias más bellas y románticas de la historia del cine contemporáneo.
Cuando Jesse y Celine se conocieron en un viaje de Interrail, la conexión entre ellos fue inmediata. Él le propuso bajarse en Viena para conocerse mientras hacía tiempo para coger por la mañana su vuelo a Estados Unidos. Ella, sin nada que perder, aceptó la propuesta del desconocido. Unas horas para conocerse, enamorarse y jurarse un reencuentro seis meses después que quedó en un enigma para un espectador enamorado de un filme inolvidable. Era ‘Antes del amanecer’. Nueve años después, su director, Richard Linklater, y sus protagonistas, Ethan Hawke y Julie Delpy, vuelven para desvelarnos qué ha sido de aquella pareja transcurrido ese tiempo. ‘Antes del atardecer’ sitúa a Jesse como reconocido escritor, presentando en París una novela sobre aquella noche. Un evento en el que vuelve a coincidir con Celine. De nuevo les toca, por azar del destino, aprovechar cada momento, dándose cuenta de que su conexión vital no es menos inspiradora o real de lo que fue hace nueve años en Viena.
Linklater retoma aquella historia construida sobre un sofisticado ejercicio intelectual, con los mismos personajes con los que toda una generación se identificó, como un replanteamiento de aquella adictiva promesa de juventud transmutada en una realidad madura, que fortalece su existencia abstracta, conectándola a una híbrida lectura entre la memoria y el sueño, entre la realidad y el recuerdo. De nuevo, la ilusión de continuidad basada en el diálogo y en la deliberación, combinando banalidad y trascendencia, con una naturalidad entusiasta, son los pilares sobre los que se sustentan esta prodigiosa continuación, esta coincidencia de dos personajes que son parte del cinéfilo amante de la mejor película de este cineasta independiente. Así, no sólo todo lo que sucedió hace nueve años por las calles de Viena fluyen como un recuerdo, como figura cinematográfica esencial, donde la evocación es utilizada como material sobre el que se reflejan y dialogan Celine y Jesse, sino como una continuación del recuerdo y la emoción del espectador, del cine y la vida.
Si el lenguaje es vida, como pretende hacernos ver Linklater, en medio de esta historia de amor, el espectador logra establecer un vínculo de profundo reconocimiento que abre las puertas a un acercamiento cinematográfico a la vida misma. Por eso, en este nuevo milagro fílmico, la identificación es necesaria en cuanto a la evolución de los personajes, aludiendo a la propia evolución vital del que vio su primera parte y asiste a este esperado reencuentro. “La vida es más inmediata cuando uno envejece”, dice Jesse en un momento fundamental de la película. Y es por eso, tal vez, que ‘Antes del atardecer’ surge como la consumación ideal de aquella noche en Viena. Un epílogo más efímero pero mucho más intenso, que reconoce que lo importante de esta perenne historia de amor es la necesidad de compartir cada espacio, cada mirada y cada diálogo con la pareja protagonista. Ellos hablan de un sentimiento universal, de las intensas necesidades de la cotidianeidad o de las pequeñas esperanzas y satisfacciones que hacen que el ser humano siga vivo.
En su prólogo, donde no faltan los ‘flashback’, un crítico le pregunta a Jesse si los protagonistas de su novela se reencontraron seis meses después de su idilio o no. Él responde que cada lector tiene una propia conclusión de aquello. Como en ‘Antes del amanecer’, en la que al espectador no se le daba una respuesta al enigma. Quienes crean encontrarla en esta secuela, lo harán, pero lo hermoso de la narración, como en la vida, es que todas las preguntas generan otras, postulando que el amor, pieza clave de todo, dependerá de aquellos que lo vean con romanticismo o escepticismo. Película espontánea y casual, donde emerge una belleza absoluta y una honestidad asombrosa, ‘Antes del atardecer’ es la naturalista representación de dos personajes que reaccionan de forma natural ante una nueva prueba del destino, haciéndose preguntas lógicas y dejando que el tiempo saque a la luz los temas que interesan, y así, intentar llenar un vacío de nueve años. Al igual que la primera cinta, ésta se centra en la larga conversación de una pareja que, durante casi hora y media, transitan por las calles de París en un paseo hacia una pequeña cafetería, después por parques parisinos, en un viaje en barco por el Sena y, finalmente, en el coche predestinado a alejarlos nuevamente. Trayectos en los que no dejarán de hablar de sus vidas, de sus sueños y anhelos. Una preciosa oda al amor que consta de un engranaje conceptual detallado en la delicadeza de sus frases, de sus réplicas, de sus silencios, de lo latente que empieza en las percepciones abstractas avanzando hacia las respuestas que tanto los personajes como el espectador quieren conocer: ¿Están casados con otras personas? ¿Son felices? ¿Sigue habiendo entre ellos aquella profunda atracción? ¿Hubieran querido pasar su vida juntos de haberse visto a los seis meses?
Jesse y Celine son los mismos que recorrieron Viena, pero lo han olvidado con el paso del tiempo y son conscientes de que a los veinte años el amor puede llenar una vida, pero a los treinta el miedo al dolor y a la soledad conlleva al conformismo estático, a una normalidad falta del entusiasmo que les unió en ‘Antes del amanecer’. Ambos, inconscientemente, vuelven a sumergirse el uno en el otro, con la confusión y los nervios de la primera vez, buceando en sus sentimientos y tratando de obtener respuestas sobre su posible relación, pero también respecto a sus vidas actuales. En este amor sin territorio, en el que la pasión viene marcada por el desencuentro, la responsabilidad de los diálogos creados esta vez por ambos actores y Linklater vuelven a ser su base existencial, su esencia argumental y narrativa. Unos diálogos que no precipitan la situación, incluso caen en la reticencia, reflejando el cariño y la profundidad con la que han evolucionado los personajes desarrollados por el director y la pareja protagonista. Ya no son críos espontáneos, ilusionados en un amor de juventud, sino que el acatamiento a sus personalidades aflora con un comedimiento absolutamente prodigioso.
Y es que si ‘Antes del amanecer’ exponía entre líneas una filosofía vital romántica y teorizante sobre la juventud más reflexiva y lo que nos mueve con la veintena cumplida, incluyendo una hermosa relación de una noche, ‘Antes del atardecer’ atavía su discurso romántico desde la introversión juiciosa del adulto, de la experiencia, donde hay mucho más que perder, desde un punto de vista maduro, lo que le da al filme una dimensión más visceral, emotiva y romántica que en una primera parte que necesita de esta película para encontrar el verdadero sentido real del amor.
La libertad y la inspiración confluyen aquí en un necesario estilo de acercamiento a la pareja, donde el fluir temporal que añora un tiempo no vivido, llena su vacío con diálogos, con reflexiones, con palabras y sueños que cubren la ausencia de ambos en sus respectivas vidas. Por eso, Linklater sabe que su filme no admite una fragmentación del espacio o del tiempo. De este modo, el tiempo real utilizado para el inolvidable paseo de Celine y Jesse es necesario para respetar la historia, la continuación de un encuentro, pero también lo es como forma de articular sus movimientos, la sensación de realidad que abandona la pasividad y se contagia del ejercicio intelectual y vital sobre el amor y la vida. Para ello las calles París, asoman idealizadas en un bello tono cinematográfico donde la luz construye la progresión de la historia. Lee Daniel realiza un notable trabajo de fotografía y cámara, sabiendo recoger estratégicamente su incursión en el ambiente urbano parisino, con la libertad y la naturalidad que en los 50 propusieron los fundadores de la ‘nouvelle vague’. En el plano interpretativo, tanto Hawke como Delpy manifiestan las mejores interpretaciones de sus carreras con unos papeles creíbles en su inseguridad, en sus miradas medidas, provistas de improvisación y de un excepcional manejo del lenguaje corporal, representado en el sutil instante en que ella extiende la mano para tocarle el pelo a él, alejándola antes de que éste la vea.
‘Antes del atardecer’, al igual que su antecesora, habla sobre el amor, pero escapándose a los tópicos de cualquier breve encuentro cinematográfico, que mueve al espectador a la reflexión sobre los nueve años en los que la pareja ha vivido pensando en un tiempo delimitado, idealizado, como la efímera relación que se produjo en Viena. No se sobrepone, por tanto, el diálogo a un discurso nunca unidireccional ni aleccionador, pero sí ofrece la oportunidad al público de crear una resolución propia, una respuesta, bien sea escéptica o romántica, extraída de otro desenlace abierto, sin resolver. Ochenta minutos compartidos que permanecerán como recuerdo imborrable para una generación a la que ‘Antes del Amanecer’ le cambió la perspectiva de la vida, el mundo y, sobre todo, del amor.
Miguel Á. Refoyo © 2004

Reencuentro con Stanley, Stella y... Blanche

Hacía tanto que no veía 'Un tranvía llamado Deseo', de Elia Kazan, que había olvidado la mejor interpretación femenina de todos los tiempos, había olvidado la grandiosidad y genialidad de Vivien Leight. Viéndola, me he dado cuenta de que ninguna actriz antes ni después ha compuesto un rol tan desgarrado, tan profundo y lleno de matices, tan tortuoso... Blanche Devois es, posiblemente, el mejor papel que se ha escrito para una actriz. Tennesse Williams, el gay sureño con más talento de las bambalinas yanquis no pudo reflejar mejor la locura, la desesperación y la soledad de una mujer inocente y engreída que ahoga su frustración en la mentira.
Kazan adaptó a la pantalla una obra maestra convirtiéndola en una sublime película. Kim Hunter está impresionante, dulce, comprensiva y Marlon Brando, en su segundo papel opone su figura de galán para demostrar que empezaba a forjar el mito del mejor actor de la historia. Stanley Kowalski nació en la pluma de Williams para ser interpretado por este monstruo de la pantalla.
Hay dos momentos, en el que Blanche discute con Stanley por los papeles del rancho que han perdido y, sobre todo, el día antes del nacimiento del hijo de Stella y Stanley, en el que la actuación de Leight no es normal, es inalcanzable, perfecta, inhumana... Esos ojos, esa actitud, esa manera de mirar. Es lo que hizo que la propia Vivien Leight tuviera problemas psicológicos asumiendo la doble personalidad de Blanche. Tuvo muchas contrariedades por esta interpretación pero nos dejó una creación rotundamente apoteósica.
Nunca la locura fue tan tortuosa en la retina del espectador. El agobio del calor, de las palabras, de la evolución de una pobre mujer destinada al sufrimiento más atroz que existe en esta vida.

¡Increíble! Pero, desgraciadamente, cierto

"Saben aquel que diu... que 'El límite' se estrena el día 9 de diciembre en vez del 25 de noviembre como se dijo antes de ayer... Y le diu su amigo... "No jodas, nen!...".
Pues sí. Podría ser un chiste contado por el mítico Eugenio Jofra, pero no. Me temo que es cierto. Me han llamado esta misma mañana y me han dado la buena nueva. Me ofrecían el día 16, pero como que no. Me apetece que sea un jueves (a falta de un viernes).
El lunes comienzo mis gestiones para el estreno en viernes para todos aquellos que seáis de fuera y querías venir al estreno en masa.
Yo casi me siento ridículo, víctima de algún complot malévolo. Siento que Fu-Manchú se está riendo de mí o que pertenezco a un 'reality' llamado "Descojonemonos de Refo, Oiga!", pero la verdad es que como en este cortometraje he aprendido en toda su dimensión el concepto de 'paciencia', pues habrá que acatarlo y seguir esperando. Es cuestión de espera, amigos.
Así que queda la fecha (hasta nuevo cambio) así...
FILMOTECA DE CASTILLA y LEÓN. C/ González Santana, 1
DÍA 9 de DICIEMBRE de 2004
20:30
(Conveniente que estéis allí un poco antes, por si os quedáis fuera).
Bueno, verás...

La importancia del antihéroe

Yo siempre he querido ser un antihéroe.
Sí, amigos. Y no es nada triste. Todo lo contrario. Estoy orgulloso de ello.
Nunca me han gustado esos grandes hombres que salvan el mundo, que saldan su deuda heroica con gestas imposibles y que salen en la portada de los periódicos como efigie del paradigma de la valentía y la defensa social. Eso no es lo que he soñado desde pequeño. Es más, me resulta aburrido. Odio al superhéoe luminiscente e inalcanzable.
Como en todas las historias de Hitchcock, lo que me ha fascinado desde que tengo uso de razón son los antihéroes, esos tipos pequeños, miserables, aburridos, de vida oscura y gris. Lo más sugestivo de las historias que siempre he escrito (y supongo que seguiré escribiendo) ha sido poder circunscribirme a las vidas de pobres hombres aburridos, sumidos en la rutina, comidos por un día a día que no les satisface. Todo parece monótono y letárgico hasta que sucede algo muy grande, un acontecimiento que les sobrepasa como hombre de a pie, pero que puede asumir un papel de redentor sin quererlo.
Eso es lo que más me ha llamado la atención desde que era un crío soñador y fantasioso (un poco como ahora). Es lo que me gusta a la hora de ponerme a crear cualquier narración sobre la épica moderna. Perfilar un antihéroe, un cabrón perdedor convertido por la situación en ganador, un feo que se lleva a la chica, al David que vence a Goliat, aquél que intenta demostrar su mérito sin tener ni puta idea de cuáles han sido los motivos por los que está viviendo una pesadilla en la que no encaja. O esos acabados personajes que ejercen de detective privado entre la soledad del perdedor y la agonía del acabado...
Esos son los personajes sobre los que me gusta escribir. Y así está siendo hasta el momento.
Por eso me quedo con la frase del gordo británico: “Un pequeño hombre metido en una fastuosa historia”.

miércoles, 10 de noviembre de 2004

Pudieron ser... pero no fueron

Warren pudo ser Michael Corleone
Imaginad que estamos viendo ‘Lo que el viento se llevó’ y cuando Escarlata O’Hara levanta el puño de tierra bajo el enrojecido cielo de Tara, vemos el rostro de… Bette Davis, o de Katharine Hepburn, o de Paulette Godard, o de muchas otras. Fue Vivien Leight, una de las mejores actrices del mundo, la que se llevó el ansiado papel en la película de O’Zelnick (ya es hora de dar al Zar lo suyo).
Por un momento ponedle a 'Indiana Jones' con bigote y en el rostro de Tom Selleck, o suponed ‘Con faldas y a lo loco’, del maestro Wilder, protagonizada por Bob Hope, Mitzi Gaynor y Danny Kaye. Por un momento, borrad de vuestra memoria a Al Pacino, y situad a Warren Beaty (que iba a ser el Bill de Tarantino) como Michael Corleone o a Albert Finney como Lawrence de Arabia.
Todos sabemos que Roland Reagan iba a ser Rick en ‘Casablanca’. Son casos en los que el azar o el destino hicieron que fueron unos actores y no otros los que dejaran su impronta en películas que, de un modo u otro, les cambiaron su carrera o le elevaron a la cima de la fama.
Resulta curioso que Meg Ryan dijera no a ‘Pretty Woman’, ‘Ghost’ y ‘El silencio de los corderos’, por ejemplo. También, revisando los fastos de este ‘pudo y no quiso’ están Steve McQueen y Diana Ross en ‘El guardaespaldas’, que luego interpretarían Kevin Costner y Whitney Huston. O que, como era su intención, Michael Jackson hubiera sido Peter Pan en ‘Hook’ o el angustiado ‘Eduardo Manostijeras’.
¿Thelma y Louise?
Meryl Streep y Goldie Hawn iban a ser ‘Thelma & Louise’. Rutger Hauer, Daniel Day Lewis, Sting, Cher (sic) o John Travolta no quisieron ser el Lestat de Anne Rice que pasaría a manos de Tom Cruise en ‘Entrevista con el Vampiro’. Burt Reynolds hizo bien en rechazar ‘Alguien voló sobre el nido del cuco’ a favor de Jack Nicholson, Nick Nolte debería haber sido ‘Superman’ en vez del recientemente fallecido Christopher Reeve, Stallone hubiera sido el ‘partenaire’ de Jane Fonda en ‘El regreso’ y Annette Benning pudo ser la Catwoman de Tim Burton que recayó en Michelle Pfeiffer.
¿Sabíais que Steven Spielberg quería a Jack Nicholson para ‘Encuentros en la tercera fase’? ¿Y que para los primeros James Bonds se pensó en Richard Burton y Cary Grant? ¿Y que dos colosos como Katharine Hepburn y Sidney Portier iban a ser la impresionante pareja de ‘Paseando a Miss Daisy’?
Algunos más de aquellas ‘stars’ que pudieron estar pero no estuvieron.
.- Burt Lancaster en ‘El beso de la mujer araña’.
.- Katheleen Turner en ‘Instinto Básico’.
.- Lee Marvin en ‘Patton’.
.- Al Pacino en ‘Nacido el 4 de julio’.
.- Juliette Binoche en ‘Parque Jurásico’.
.- Robert de Niro en ‘Gangs of New York’.
.- Leonardo Di Caprio en ‘Spiderman’.
.- Jim Carrey y Woody Allen en ‘Pegado a ti’.
He dejado muchos para que seáis vosotros los que vayáis poniendo algún ejemplo. Así participáis un poco ¿no?

martes, 9 de noviembre de 2004

¿El regreso de Fincher?

Ahí cosas que me preocupan. Cosas que a los demás seguro que se la traen al fresco, pero que yo considero como pequeños incentivos vitales.
Una de esas cosas que me preocupan es la vuelta de David Fincher a la dirección. Han pasado más de dos años desde 'Panic Room' y desde entonces nada sabemos de uno de los genios contemporáneos de nuestro cine, sólo que este visionario ha rodado un par de spots para 'Hewlett Packard'.
Bien, se ha anunciado la próxima película de Fincher para la gran pantalla. Nada más y nada menos, 'Benjamin Button', basado en un relato del genial Scott Fitzgerald.
La historia: argumento gira en torno a un hombre de 50 años que se enamora de una mujer de 30. Esto realmente no tiene nada de extraño. Pero... ¿y si este pobre hombre, en vez de envejecer como manda la naturaleza, fuera rejuveneciendo año tras año hasta volver a la juventud?
Esta historia a lo '4 corazones con freno y marcha atrás', de Jardiel Poncela, parece que es el proyecto elegido para volver a encandilarnos con su visuliadad revolucionaria. El proyecto, hasta hace un par de meses, era de Spike Jonze y Charlie Kaufman, ha pasado a manos de Fincher, que parece ser el director definitivo. Ron Howard, Phil Alden Robinson y Agnieszka Holland también sonaron como posibles cineastas para adpatar este relato fantástico.
A ver si es verdad. Aunque si tengo que posicionarme, me hubiera gustado que Fincher se hubiera decantado por alguna adaptación de Chuck Palahniuk.

Ya hay FECHA DEFINITIVA

Después de tanto sufrir y gracias a la inacabable bondad de ese demiurgo de la cinematografía salmantino que es Juan Antonio Pérez Millán, 'El Límite' ya tiene una fecha para verse en esta ciudad cultural, universitaria y muy dada a la fiesta.
Los que no puedan, ya que es jueves, que no desesperen. Habrá otro pase un viernes de diciembre (no sé aún cuándo) que será el estreno oficial para todos los públicos.
Lo de la Filmoteca lo dejamos como un preestreno para amigos y conocidos. Así quien quiera ir, está invitado. Eso sí, me tendréis que confirmar vuestra asistencia.

Irreversible, de Noè

Ayer le volví a echar un vistazo a ‘Irreversible', la polémica película del controvertido Gaspar Noè, que dividió a todo el que la vio. O entusiasma o se desprecia. No hay término medio. Una cinta como ejercicio de ruptura narrativa que es, por esta pequeña característica, simplemente sublime. No estamos ante lo que se cuenta, sino cómo se cuenta. No estamos hablando de fabulación o discurso. Noè acomete esta obra de una forma radical para contar algo que aproxima a un evento desde sus consecuencias últimas hasta llegar al origen de todo. De la muerte a la vida. De la destrucción a la concepción.
A mí ‘Irreversible’ me gustó porque impone un inmenso riesgo a la hora de abordar una historia. Ya no sólo por el contenido de ésta, sino por la necesidad de ruptura con las formas, con la necesidad de demostrar al espectador que la violencia no es un juego, que es real. El extintor y su constante impacto contra la cara del violador es el síntoma de que hemos llegado a una desensibilización atroz. Uno no se cree que no pueda apartar los ojos del rostro en cada impacto o en la crudeza de una violación, incluso creerse el discurso fácil de la justificación del agresor, despojado de toda duda.
Hay un detalle brutal en esta secuencia que demuestra mucho de lo que quiere decir Noè. Cuando Monica Belucci está siendo salvajemente vejada, un hombre entra en el túnel del metro y ve la acción. En vez de hacer algo, socorrer a la chica, intentarlo. Algo. No. Se va. Sin más. Bien, nosotros somos ese hombre, desde el otro lado del túnel.
"Un túnel que se rompe en dos"...
En fin, amigos, que exhibicionista o no, ‘Irreversible’ es una joya de culto del cine francés que provocó en mí un impacto mental mucho más profundo que la mayoría de las películas europeas que he visto en los últimos tiempos y que me hizo pensar en cosas que nadie antes me había podido sacar.
¿El tiempo lo destruye todo? Tal vez.

Mundo MONDO

Voy a dedicar el primer post de hoy a un género semidesconocido y del todo atroz: El género ‘Mondo’. A pesar de las lógicas lamentaciones de Jean Rouch, es irrefutable el hecho de que los filmes ‘Mondo’ sean las películas que más éxito popular han tenido en un género de tan complicada distribución comercial como es el (falso) documental.
Aprovechándose del voyeurismo inherente en todo espectador de cine y televisión (basta comprobar la inmundicia que supone la ‘tele-realidad’ que ha invadido la televisión), del grado de sadismo que, en mayor o menor medida, todos poseemos, y del distinto tratamiento que da el espectador a una imagen de ficción y a una imagen documental, el filme ‘Mondo’ ha ofrecido a lo largo de su historia un perturbador espectáculo cinematográfico, pleno de violencia y crueldad, que suscita la curiosidad morbosa del mirón, al contemplar, cómodamente instalado en la butaca del cine o en su hogar, la muerte y la agonía ‘reales’ de ‘otro’ ser humano, capaz de promover una mezcla de repulsión, compasión, y en los casos más extremos, excitación placentera.
A pesar de su éxito y del gran número de filmes que lo componen, el documental ‘Mondo’ ha sido constantemente olvidado y/o pretendidamente marginado en la mayoría de los trabajos que se han escrito sobre la historia del documental, algo que, en aras de un mínimo rigor histórico, es claramente imperdonable.
Desde que en 1962 Gualtiero Jacopetti y Franco Prosperi dirigieran un documental titulado ‘Mondo Cane’, en el que se reflejaban costumbres de distintas partes del mundo (costumbres amatorias, culinarias, religiosas...) el ‘Mondo’ ha producido todo tipo de barrabasadas visuales de esas que se ven con las manos tapando los ojos y mirando de reojo para no perder detalle. Cacerías ilegales, torturas, fusilamientos, comilonas de entrañas de animales, apaleamientos, agresiones... El inocente ‘Impacto TV’ elevado a la máxima potencia. Umberto Lenzi y su explícita ‘El paese del sesso selvaggio’ o el más conocido: Ruggero Deodato con ‘Holocausto Caníbal’ y la saga de simpáticas cintas ‘Rostros de muerte’ representan el ‘snuff’ legalizado y demandado por el público.
No os podéis imaginar lo que se puede ver en ellas. Es realmente repugnante.
Así filmes como ‘Executions’ o ‘Death scenes’, clásicos títulos del género, se superponen al raciocinio humano para vender el morbo que usted el público espera ver.
Llegados a un punto en que gemos perdido mucha de la dignidad visual que la sociedad tenía hace años ¿por qué en vez de prensa rosa y ‘telebasura’ no llenamos nuestras vidas catódicas de sangre y vísceras reales (o falseadamente reales)?
Si estamos deshumanizados, total, por lo menos, sabremos qué es el sadismo.